A puntes 295 torios con inyecciones de pituitrina. pero dice el autor del tratamiento sólo hasta después de una intensa y completa investigación será posible decir hasta qué punto es eficaz el método. Sin que haya sido comprobado, se dice que los que trabajan en una oficina están más propensos a la calvicie que los que trabajan en el campo, y los pensadores más que los hombres de acción; que el sol, el agua, el alcohol, acaban con el pelo, o bien, que ayudan a conservarlo; que si úno se va quedando calvo, ha de emular a Sansón no cortándose el pelo o, por el contrario, que para estimular el crecimiento, hay que cortarlo a menudo y aun rasurarse la cabeza si se puede ir calvo como una anguila; que se lleve la cabeza cubierta, o que siempre se lleve al aire; que se friccione, que no se friccione.
Frente a este monumento de ignorancia ha nacido y medrado la pingüe industria de los específicos contra la calvicie. Se cuentan por millares y todos son infalibles. Sin embargo, el único remedio cierto es la peluca. Se puede como cierto político americano que hoy ocupa una curul en el Senado de los Estados Unidos tener un juego de ellas con pelo de distintos largos, para irlas cambiando; al cabo de dos o tres semanas, despreocupadamente, una alusión a la peluquería y, al día siguiente, vuelta a empezar con la del número uno.