A puntes 243 valor para hacerle frente a la adversidad. Mezquino valor es éste dirá la juventud romántica. un valor hecho de indiferencia y de escepticismo. Prefiero yo mi flaqueza y mi sufrimiento. La juventud está en un error. Los hombres y las mujeres que han llegado a la madurez, no se han vuelto indiferentes. Saben que, en el amor, la pasión es transitoria; que en el recuerdo, es más intensa y más ardiente la dicha experinientada; que nada es más triste ya lo dijo Goethe que un segundo amor. Pero saben también que llega un tercero y calma el dolor de la pérdida de los otros dos.
No sólo me refiero aquí a los problemas personales y a las amarguras de la vida privada. En la vida política es donde los agoreros pesimistas más a menudo desconciertan a los jóvenes inexpertos; pero aquí diremos, otra vez, que el paso de la vida nos enseña como el tiempo y las circunstancias van encauzando los acontecimientos. Un viejo diplomatico italiano decía a los jóvenes de quienes se deaba. Nunca digan que tal o cual acontecimiento es muy grave. Durante sesenta años he estado oyendo que todas las situaciones humanas son muy serias. De hecho, todas las situaciones humanas son graves. Lo es la de ser hombre; la de vivir; la de ganarse la subsistencia. Pero también es cierto que, como lo sugeria el Ministro italiano, la vida es simple, y hermosa, y existe desde hace millones de años. El hueco optimismo de las palabras. pensarán algunos. En medio de la amargura, la única idea abstracta de un futuro alivio para nuestras penas, no puede confortar; pero la vida, en sí, nos da la clave de un consuelo mayor. Aprendemos a desligarnos de los más penosos momentos. Huímos del lugar de la tristeza y nuestra pena se mitiga. la ro