Extremist

169 puntes aquellos años, cuyo veneno no hemos eliminado todavía, imponian a la Humanidad, como la forma suprema de la actividad del varón, el triunfo del esfuerzo sin objeto creador, que es el deporte. Hoy nos parece todo esto un tanto trasnochado; pero entonces no era inoportuno el escribir libros enteros sobre el deporte y el trabajo como actividades representativas.
El manantial más enérgico del espíritu deportivo ha sido siempre la guerra, y aquella guerra, por su extensión y por sus condiciones peculiares, mucho más que las otras Hoy y han pasado muy pocos años, pero años preñados de trascendencia infinita, hoy el deporte se bate en retirada para ocupar su lugar justo: el de una práctica higiénica y divertida para la juventud, el de una medicina, útil si está bien dosificada, para las gentes maduras, y el de un espectáculo agradable para los hombres a quienes su edad elimina de las prácticas físicas. es inútil advertir que hablamos del deporte en su sentido amplio y trascendente, y no como actividad localizada. Hablo del espíritu deportivo, como fenómeno psicológico, y no del chockey o de los concursos de natación. ese espíritu deportivo ha invadido y desvirtuado la noble actividad viril del trabajo creador. La esencia de la lucha social de estos últimos años está precisamente formada por conflictos del trabajo. Pero es lo cierto que ha estado y aún está influida por la sombra nefasta del espíritu deportista. Buena parte de los conflictos sociales de ahora en lo que tienen.
de espectáculo externo, y a veces lo externo es lo esencial, ha degenerado en una mera actividad deportista, y por lo tanto antitrabajadora, de los trabadores, o por lo menos de los más extremistas, que han convertido su noble rebeldía en un deporte improductivo, jugando a ver quién gana con los capi