A puntes 143.
La maravillosa Capacidad del Ojo Humano por Henry Norris Russell Extractado de Scientific American, Ney York (Enero de 1933)
Desde los días de nuestra juventud hemos oído hablar y hemos leido mucho acerca de la fotografía de lo invisible y de los triunfos de la placa sensibi.
lizada que nos revelaba lo que nuestros ojos no habían visto ni podian ver. La cámara fotográfica nos descubre la luz ultravioleta que no puede apreciar nuestra visión, y, con ayuda de sensibilizadores que se han encontrado después, las placas fotográficas pueden recibir la impresión de los rayos infra rojos, para los cuales el ojo humano es igualmente insensible.
Más asombrosa aún es la fotografia de larga exposición, que nos ha permitido descubrir la existencia de objetos que, por ser demasiado opacos, no podemos apreciar, como sucede con algunas nebulosas.
Las invisibles espirales que bordean la gran nebulosa de Andrómeda, por ejemplo, cubren una extensión sideral cinco veces más larga y como del doble de ancho de la que aparentemente ocupa el disco lunar, y no son ciertamente sus escasas dimensiones lo que nos impide apreciarlas, sino la débil luminosidad que tienen. Aquí la ayuda del telescopio no tiene valor ni aun revistiéndose de paciencia para contemplarlas.
Sin embargo, la cámara nos revela lo que los ojos nunca hubieran podido descubrir. Un éxito tan admirable puede hacernos creer en la supremacía de la máquina sobre el hombre, pero tal creencia sería un lamentable error.
Salimos al campo una noche diáfana, iluminada por una luna cenital de invierno y decimos: Parece que es de días. Cada detalle del terreno, los árboles