74 APUNTES en tanto que Alemania y Rusia representaban el principio conservador, el pasado, el antigno régimen.
Hoy se produce lo contrario.
Las monarquías que, a partir de 1789, representaron el espíritu antirrevolucionario, no han tenido que dolerse de ello, a pesar de todos los errores que cometieron. Un siglo de prestigio y de potencia ha sido la recompensa de su esfuerzo. sin embargo, defendían ellas un principio moribundo el principio de la autoridad indiscutida e indiscutible contra un principio superior destinado a renovar el globo: el derecho de oposición. En medio de los extravíos y de las exageraciones a que nos llevaba la Revolución Francesa, esas naciones conservadoras han representado ciertas ideas simples y necesarias: el equilibrio de Europa, la legitimidad del Estado, la paz, una concepción más humana que la de Napoleón de lo que es la fuerza y de sus límites. Este mérito bastó para asegurarles un siglo de prestigio y de potencia, a pesar de que defendían una tradición muriente.
Los pueblos que defenderán los principios politicos del siglo xix la libertad, el derecho de oposición, el parlamentarismo contra la ola delirante que vemos desaferrar al mundo, se encontrarán en una situación mucho más ventajosa. No tendrán enfrente un movimiento como la Revolución Francesa, que, no obstante sus errores y sus excesos, salía de una preparación secular y procuraba dar satisfación a necesidades profundas. Tendrán que rechazar o contener movimientos contradictorios y desordenados que no son más que improvisaciones de la desesperación y que, con la ilusión de hacer una revolución más grande, retornan a la parte muerta del pasado. No tendrán que defender viejas tradiciones moribundas, sino una de las más nobles conquistas del espíritu