APUNTES 51 en el ingeniero: no ser el joven que la familia acepta por benevolencia o por un qué se ha de hacer. sino el caballero cuya entrada en escena aporta honor a toda una casa. Hasta la idea de vagas proezas cruzó por su mente.
Hubo prisa de forjar los más bellos ensueños para el futuro. Proyectos ingenuos, juramentos, últimas promesas cambiadas en la sombra del patio, a la hora en que, de la selva cercana, subía cual indecisa amenaza la voz fuerte de la noche tropical.
Después de conmovedores adioses, don Manuel partió. Viaje largo y difícil. Ninguna probabilidad de recibir cartas, porque, en aquel entonces, el correo embrionario no contaba con más seguridad que la benévola e incierta prestada por los colonos y los indios.
La expedición bajó el curso del Amazonas, según lo prescribían las órdenes recibidas, buscando metódicamente el lugar que habría de trasmitir a las generaciones futuras, mejor de como pudiera hacerlo un compendio de historia, el nombre del mariscal Ramón Castilla.
La imagen de la novia, realzada, transfigurada por el recuerdo, llenaba los días y las noches de don Manuel, eclipsando con su claridad interior la incomparable naturaleza que lo rodeaba. El viajero arrastro así, a lo largo del río famoso, una alma torturada por el amor La flotilla, compuesta de dos o tres malas lanchas, llegó a un lugar por donde habían pasado en otro tiempo algunos misioneros. Era una vieja aglomeración de cabañas medio derruidas y llamada San Antoņio. Don Manuel observó el paraje, apreció su situación verdaderamente excepcional sobre el Alto Amazonas, y, sin vacilar más, resolvió detenerse a estudiar cuidadosamente los recursos de la región.