42 APUNTES los bacilos de Koch, permeabilidad que luego desaparece. La diseminación del germen tuberculoso es considerable, dado el número enorme de tísicos que lo cultivan y lo esparcen profusamente por doquier. Los bacilos de la expectoración no pueden ponerse nuevamente en suspensión en la atmósfera hasta después que se hayan desecado los esputos, cuando ya han perdido la vitalidad en la inmensa mayoría de los casos.
Los cadáveres microbianos que infestan así el medio ambiente son ingeridos de manera continua por los habitantes de las aglomeraciones donde se encuentran tísicos, y bien puede decirse que los hay por todas partes.
En un momento dado, toda vez que esta ingestión se prosigue durante años y años y aun durante toda la vida, ocurrirá que las materias bacterianas conseguirán penetrar en el medio interior para crear un estado anafilactico, un estado alérgico, según el término habitual, que constituirá una inmunidad gracias a la cual el organismo estará protegido contra los ataques ulteriores del germen vivo. Para afirmar que un enfermo ha sido contaminado habría que asegurarse, naturalmente, de que su afección no es hereditaria, es decir, que sus ascendientes están indemnes de bacilosis.
Ahora bien, la investigación de la herencia es muy delicada; incluso hay numerosos casos en que es imposible, pues para que esta investigación sea probatoria es preciso que los ascendientes del enfermo sean examinados médicamente y de una manera metódica y completa y que además se les saquen radiografías por los motivos que luégo indicaremos.