APUNTES 39 «Tomando por pretexto concordancias fortuitas, los partidarios del contagionismo se niegan a responder a las objeciones tópicas que hemos formulado: no quieren ver nada, ni oir nada, ni examinar nada; los innumerables casos negativos nada les dicen; la imposibilidad de descubrir un solo tisiólogo que haya sido contaminado por sus enfermos, la inexistencia del contagio en medios como los sanatorios, que la acumulación de vectores de gérmenes debería hacer sumamente peligrosos, la falta de contagio conyugal en las condiciones de promiscuidad más eminentemente favorables para la propagación de la infección, y, en suma, la enormidad del número de casos en que el adulto escapa al contagio a pesar de la multiplicidad y la repetición del comercio más íntimo con los tísicos, todo eso no tiene importancia a los ojos de los contagionistas, y todo cuanto hemos escrito sobre este asunto no es sino letra muerta para ellos. Siendo así que el número de tuberculosos que esparcen profusamente bacilos a su alrededor es muy considerable, puesto que la quinta parte de la población de nuestro país muere de esta enfermedad, y considerando, por otra parte, que los individuos que viven en contacto permanente con estos vectores de gérmenes, sobre todo los que pertenecen al personal de los sanatorios y hospitales de tuberculosos, y de manera especial los consortes de enfermos del pecho, absorben forzosamente y de una manera prolongada y continua bacilos en cantidad que a veces puede ser muy importante, sobre todo en las promiscuidades conyugales, cabe preguntarse en virtud de qué procesos de protección tales individuos quedan preservados de los ataques de la infección.
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