38 APUNTES finitivo; está sólidamente arraigada en los espíritus, y es fácil concebir cuán peligroso ha de ser para un autor levantarse de pronto contra ella, pretendiendo que esta concepción principe es de todo punto falsa.
Si tenemos el valor de manifestarnos contra una opinión casi unánime es porque, desligados de todo prejuicio clásico, hemos adquirido una convicción propia profunda, después de haber acumulado sobre este asunto, durante más de un cuarto de siglo, numerosos experimentos de laboratorio, millares de observaciones clínicas minuciosas, múltiples documentos demográficos comprobados y estudios metódicos constantes, proseguidos sin ninguna idea preconcebida. Qué ocurrió para que los patólogos, hará cosa de cincuenta años, se pusieran a afirmar todos de improviso la contagiosidad de la tuberculosis, contagiosidad en la que nadie creía hasta aquel entonces?
Sencillamente, que en los albores de los memorables descubrimientos de Pasteur, algunos autores, que ocupaban por cierto los puestos más altos de la Medicina, por una generalización abusiva fueron más allá del pensamiento del gran Maestro, quien les había sin embargo puesto en guardia al proclamar la influencia preponderante del terreno sobre el microbio en muchos casos. Poco después del descubrimiento del bacilo de Koch que los hipnotizó, pretendieron formalmente que la enfermedad propagaba más que por contagio, profesando desde entonces acá esta noción, desarrollándola en los tratados e infundiéndola en el ánimo de toda una generación de médicos que la han aceptado sin discusión y sin pruebas. no se