APUNTES 13 Lausana, el rey Alberto, la más alta autoridad del gobierno de Bélgica, ha denunciado con singular acierto las graves repercusiones en el campo económico mundial, de las medidas de restricción tomadas en todas partes, bajo la influencia de un nacionalismo mórbido.
Hé aquí ese llamamiento a la cooperación internacional para buscar remedios a los estragos de la crisis. Palacio de Bruselas, junio 17 de 1932.
Mi querido Primer Ministro: Desde que la guerra terminó, todos los expertos consultados por los gobiernos han estado invariablemente de acuerdo en que la prosperidad de los pueblos y sus relaciones pacíficas están subordinadas a una mayor libertad en la circulación de sus productos, de sus capitales y de su mano de obra.
Desde que la crisis ha hecho sentir sus efectos, las recomendaciones de los hombres competentes son más y más apremiantes a este respecto. Desgraciadamente esos consejos no han sido atendidos. Cada Estado, obrando separadamente, ha usado de todos los medios de que disponía para salvar la economía nacional de los terribles estragos de la crisis. Ya aumentando los derechos de aduana, ya gravando los artículos con derechos suplementarios, ya prohibiendo la introducción de otros, ya aplicando el control al libre comercio de la moneda, parece que los gobiernos se hubiesen propuesto reducir en todas partes las importaciones. De ahí ha resultado una contracción inevitable de las exportaciones.
Las consecuencias de esta política de restricciones han sido nefastas. Con ella se ha llegado, como bien dice el comité financiero de la Sociedad de las Naciones, a la estrangulación del comercio internacional.