12 APUNTES mal y regular de los intercambios entre las naciones.
Desgraciadamente, sea para equilibrar presupuestos, sea para proteger productores nacionales, sea para reservarse los mercados internos, los gobiernos han seguido haciendo exactamente todo lo contrario de lo aconsejado por sus delegados.
Las repercusiones de esa política restrictiva han sido particularmente graves para Bélgica, la cual tiene, en el ajedrez del mundo económico, una situación muy especial.
Su numerosa y densa población, que pasa de ocho millones de habitantes, más o menos 267 habitantes por kilómetro cuadrado, estaría condenada a desaparecer rápidamente si no le fuera posible conseguir en el extranjero las diversas categorías de mercancías que requiere no solamente para satisfacer las necesidades de su alimentación, sino también para las otras necesidades esenciales referentes al vestido y al alojamiento. Bélgica tiene además que proveerse, fuéra de su exiguo territorio, de materias primas a las cuales puede aplicar su mano de obra, creando así riqueza y toda clase de productos acabados en los mercados exteriores. Si es cierto que el pueblo belga vive sobre todo de sus exportaciones, no es menos cierto que necesita también de sus importaciones para conseguir pan y trabajo.
Obligada a abundantes cambios con el extranjero, Bélgica, más que cualquier otro país, tiene el mayor interés en una completa libertad de las transacciones comerciales y es naturalmente favorable a toda acción internacional que tienda a restablecer condiciones normales en los negocios.
En una hermosa carta, que conserva aún toda su actualidad, dirigida al ministro belga Renkin, jefe de la delegación belga a la última conferencia de