Elías Jiménez Rojas

A un tes 405 REPORTAJES Del «Diario de Costa Rica. de Octubre de 1932.
El repórter siempre ha tenido un alto concepto de las mecedoras. Pero cuando estos simpáticos artefactos se encuentran en la paz perfumada de una botica, cuando el suave balanceo se hace mientras personas doctas hablan de cosas trascendentales, entonces la simpatía se cubica. El repórter reconoce su estado de intrascendencia latente. El repórter reconoce su mutismo ante los graves problemas, porque él, hombre mediocre, es solamente un espectador emocional de la vida. Por eso se refugia muchos días en la paz de la botica de este amigo de puntillas que es don Elías Jiménez Rojas. Espiritualmente, don Elías es un hombre que camina de puntillas. Cree que el mundo, como ese recinto, está lleno de cristales. Teme que se rompan los crisoles humanos que contienen la farmacopea del vivir. Don Elías, sapiente en todo, no ha aprendido a distinguir el barro del cristal. El laboratorio le quitó la visión cruel de lo demás, y en la ceguera. bondad. se mantiene, con una dulce y tranquila sonrisa del hombre colocado al margen de las pasiones. Paso de los sesenta años y ya estoy exento de todo cargo concejil» le hemos oído decir, riéndose de la malicia, mientras se sonroja todo, como si hubiese cometido un pecado.
Don Elías nos soporta. Soporta al repórter, que es hombre digno de ser «pasajero de tranvía. El repórter habla, deja caer ideas, insinúa temas. El boticario no abandona el mortero ni suelta el lápiz. Trabaja