IndividualismLiberalismMussolini

380 puntes Bismarck «que nunca supo conocer la religión de la libertad ni de cuáles profetas se sirve. Sin embargo, me extraña y me seguirá extrañando que Ud. se incline, siendo individualista, a la admiración frente a un hombre como el Duce. Es muy sincera mi inclinación. Admiro a quien hace bien el papel que se le ha metido en la cabeza hacer. Mussolini es un hombre extraordinario, lo cual no quita que tenga flojos algunos tornillos. Entre ellos, el de la modestia, virtud que contiene al hombre en los límites de su estado. Los límites del estado de pensador son muy elásticos y permiten las más atrevidas correrías. No son así los límites del estado de gobernante. Un hombre juicioso, cuanto más tenazmente estudia, mejor percibe su ignorancia y se vuelve más recatado. Cómo habría osado mandar o imponer cosas cuya bondad no está científicamente demostrada? Sabe bien que el número no puede dirigir las sociedades humanas, serie de las formas democráticas en uso, pero no por ello se convierte él en director providencial. Los liberales, sea el inglés Bentham, sea el alemán Humboldt, o el francés Julio Simon u otro tan pequeño como yo, todos afirmamos que, en punto a gobierno, la sabiduría está en gobernar lo mejor posible. el círculo de lo mejor es sumamente reducido. Yo sigo pensando que el liberalismo es la palabra definitiva e insuperable de la civilización. Lo digo así, en los mismos exagerados términos de que se sirve Mussolini.
El liberal es «egoista» y pide a sus vecinos que ellos también lo sean: que cada uno procure elevar su mente y vivir la vida de mayor placidez posible; pero sin invadir la esfera de la libertad de los demás. El colectivista es un ángel con cuernos; no habla más que de abnegación y de sacrificio en bien