322 puntes Muchos han descrito los goces de los niños y los encantos de sus risas. Pocos son los que hablan de sus miedos y de sus lágrimas. No importa. Lo que deseo decir es que yo no envidio la dicha de los niños. Tampoco envidio la de los jóvenes: conozco demasiado sus cuitas amorosas y sus otras múltiples inquietudes. Sé cuánto vale, en cambio, la felicidad de un hombre maduro que disfruta de la armonía de un hogar bien hecho y que saca toda suerte de satisfacciones del laboratorio o el campo en que trabaja. Pero lo que hoy apetezco es el atardecer apacible o serenidad del viejo que termina sus días en buena salud.
En estos apuntes, en la parte que yo hago, no aguarde Ud. novedades. Todo es simple repetición, cuando no lo es doble.
Un astrónomo puede predecir algunas cosas matemáticamente. Un químico ejemplo, Mendeleef en su Ley periódica de los elementos, 1879 puede también hacerlo.
La predicción es posible en el mundo material y sólo en el mundo material. Sin embargo, la mayor parte de las gentes creen que es propio de lo sobrenatural o espiritual esto de las predicciones o profecías. No tengo la más mínima constancia de que exista un mundo que no sea material. pero, de existir, tendría que ser el mundo de la indeterminación por excelencia. Hablar de espíritu sin libertad, obligado de antemano a ser así o asa o a cumplir tal o cual misión, es el colmo de los contrasentidos.
Digo esto a propósito de las profecías del monje Teodosio, escritas hace precisamente mil años halladas