316 puntes na, cuya noble precisión ha guardado, la lengua francesa ha añadido a esta herencia, gracias a los grandes escritores y a los profundos pensadores que la han vivificado, las finezas y los encantos de un pensamiento hábilmente matizado. Nuestro potente genio literario, desde Rabelais y Montaigne hasta Chateaubriand, Víctor Hugo y Renan, ha triunfado en todos los géneros. Sé bien que hay un Dante, un Shakespeare, un Goethe, un Cervantes.
Son gigantes, pero estos gigantes están casi aislados.
Con un sentimiento doloroso pienso en las guerres estúpidas que en el curso de tres siglos han sacrificado tantas vidas humanas, en nombre del equilibrio europeo. Ah. si nuestros padres hubieran sostenido a los heroicos compatriotas que comenzaban la colonización de América, en el Canadá y en la Luisiana! Mas. ay! esos bravos fueron abandonados por los franceses de la metrópoli, de modo que hoy se habla inglés en Norteamérica y español y portugués en el Sur.
Pero, lo pasado, pasado, y es vano el lamentarse de los errores de nuestros predecesores; hay que ver el presente tal cual es y pensar en el porvenir tal cual debe ser.
Ahora bien, aquí, el presente y el porvenir se confunden. Una vasta parte del continente africano está ya civilizada por Francia, y esta civilización francesa triunfará sobre todo por la difusión de nuestra lengua admirable. La verdadera política colonial consiste en enseñarles el francés a las poblaciones sometidas a Francia, respetando al mismo tiempo sus costumbres y sus religiones.
El maestro de escuela es tanto como el administrador, el comerciante, el médico y el oficial, y quizá más que ellos, el misionero de Francia.
Esto es lo que han comprendido los hombres desin