nt es p un 293 por el momento no estoy en la época de las declaraciones.
Ahora me absorben otras cosas bien distintas. Tengo a mi haber varios viajes a Limón, a los alrededores de la ciudad y unas largas permanencias en mi oficina de trabajo. Desde diciembre abandoné las labores de prensa y aún no es tiempo de reanudarlas. Antes tengo que volver a leer los periódicos día a día y reventar las ideas que aún están durmiendo en el fondo de mi espíritu.
Yo lo llamaré oportunamente. Hay mucho por decir.
me siento ya próximo a estallar, pero es mejor esperar el tiempo justo. Que descansen los lectores de mi nombre. No es posible, don Elías. Están cansados de esperarlo. Pero estoy descansando yo. Hay quienes creen que soy un hombre inalterable, metódico, apegado a normas especiales. Están equivocados. Yo me aburro de todo, hasta de escribir y de pensar; pero nunca me dejo aburrir. Unas veces me enredo con los libros de latín, y de pronto los abandono para apoderarme de los de ciencias y a éstos los dejo para ocuparme de la botica, y a la botica para ocuparme de otra cosa. La vida no se puede hacer siempre lo mismo. Hay que variar. Otro me pasa en los demás menesteres personales.
No tengo horas de comer ni de trabajar ni de dormir.
Lo hago todo conforme a las circunstancias, sin apegarme a forma alguna. Esa es mi característica. Tan firme en mis convicciones filosóficas como voluble en todo lo demás. Mis amigos me conocen: me aguantan y me perdonan. en política es usted lo mismo, don Elías. qué llama usted política. tanto