308 puntes al servicio de una indomable voluntad; y para intentar sus experiencias, quince años de tiempo, en los cuales pudo disponer sin obstáculo de los destinos de trescientos millones de habitantes. Por más chino que fuese (como dice con gracia de Varigny. era un hombre de genio, pero intentó lo imposible. Creyó que se podía cambiar la naturaleza humana, sustituir por abstracciones las pasiones y decretar la felicidad de un pueblo sin más que poner su firma al pie de un rescripto imperial.
Construyó en todas sus piezas una sabia maquinaria, admirablemente combinada, pero con un solo defecto, EL DE NO ANDAR; habíase e olvidado al inventor tener en cuenta las leyes del razonamiento.
Los socialistas decían entonces, como aún dicen hoy, que la riqueza y la miseria dependen de la existencia del capital privado. Eso no acontecerá cuando mandemos nosotros. añaden. Del mismo parecer era Wang ngan Ché. Pudo hacer por completo el ensayo de su teoría, también fue completo el fracaso. Podrá volverse a empezar, pero no se hará mejor, y el resultado no es para dar alientos.
Si tal es la historia del colectivismo puesto en planta por un hombre instruido y prudente, sostenido por la fuerza moral y material más grande de que se haya podido disponer jamás, fácil es prever cuáles serían los resultados de ese sistema en nuestros países, habituados a una libertad sin límites, y en una raza como la latina, que no se doblega a la disciplina fácilmente. Garofalo.