A puntes 245 riedad de productos farmacéuticos, excelentes unos, insustituibles otros, que llevan el nombre de Bayer por toda la tierra, han contribuido a hacer de Alemania el único gran país con balanza comercial favorable en estos tiempos de crisis. Fenómeno éste que tanto extraña y sorprende en las Américas por haberse arraigado en este Continente durante los 15 últimos años la idea de una supremacía definitiva del comercio de los Estados Unidos. La realidad, principiando en Alemania, viene a demostrar que el valor del capital y del talento, por muy importante que sea, no lo es tanto como la preparación científica de todo un país para resolver con éxito una situación que parecía estar hasta hace pocos años, por encima de las fuerzas humanas. Toda esa maravilla de eficiencia se debe al cultivo muy cuidadoso que allí se da a las ciencias físicas y naturales, así como a las matemáticas. Einstein no es producto de la casualidad en Alemania, como no lo fueron tampoco ni Moissan ni Henri Poincaré en Francia.
Yo vengo sosteniendo esta tesis hace ya tiempo para Costa Rica, pero sin ser escuchado. hay que creer, aunque ello pese a nuestros hábitos de pereza intelectual, que un sistema de educación que sólo despierta en el joven la ambición de un diploma de médico o abogado, es de bien raquítica finalidad y que mil veces mejor sería dejar a los jóvenes en los campos, donde su actuación, por modesta que fuese, sería infinitamente más noble y útil para el país que la de esa turba de proletarios diplomados, condenados a ser parásitos de la nación o a vivir de la política. Tal es nuestro resultado visible de cuarenta años de enseñanza y de lujosos cambios de métodos y sistemas.