244 puntes Otra cosa de que más me he dado cuenta en este viaje y que provoca la más entusiasta admiración es la potencia de la química industrial en Alemania. Su trascendencia, con ser enorme como factor económico de peso mundial, no lo es tanto como en su aspecto político, pues libera a Alemania nada menos que del pesado tributo que ha pagado al exterior con sólo dos artículos de consumo universal en la paz y mayor aún en la guerra: el caucho y los hidrocarburos líquidos que por vía de síntesis han logrado obtener sus sabios en su propio suelo. Están concentradas estas actividades hoy en una empresa que sólo en Opau y en Leuna ocupó en 1928 más de mil ingenieros y químicos y unos 35 mil operarios, siendo la más grande y rica del mundo a la hora actual.
La como se la llama popularmente, y cuyo nombre Interessen Gemeinschaft, Farbe Fabriken, ocupa, además, en Francfort del Mein, en Laboratorios de ciencia pura o de ensayos, unos seis edificios modernos de 10 pisos cada uno, fuera de la inmensa y modernísima planta de Leverkusen y las de Leuna y Opau ya citadas. El genio de sus sabios, secundados maravillosamente por una inteligente y hábil dirección de su enseñanza secundaria, le ha dado a Alemania la independencia del extranjero en cuanto al caucho sintético y los hidrocarburos. Los productos extraídos del aire para constituir el salitre, empleado en fabricar la pólvora durante la guerra y una serie de abonos agrícolas después; una multitud de artículos de uso constante en la casa, hasta piedras preciosas de nuevas y raras tonalidades para dar realce a la belleza y coquetería femeninas; en fin, esa vaentero es