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224 puntes gran Catalina en medio de la estepa, aldeas prósperas, que eran en realidad bambalinas.
Los buenos burgueses de Occidente recorren este laberinto de feria, llevados por un cicerone y sacan la consecuencia de que Rusia es una especie de Chicago.
Ninguno de estos turistas ve lo que hay a un lado y a otro de este americanismo falso: el infierno sombrío, formado por la pedantería marxista y la crueldad del mongol y del semita.
No hay manera de tener una opinión objetiva sobre Rusia que valga la pena. Yo últimamente he hablado en Barcelona con un obrero que ha trabajado en Moscú cuatro años y que sabe ruso. Según este obrero comunista, la vida allí es sombría, negra, los restaurantes obligatorios huelen mal, en las casas se vive en el mayor hacinamiento, las mujeres y los niños tienen un aire siniestro. La mayoría de las gentes soportan la miseria aterrorizadas.
Vivir esclavizados y al mismo tiempo mal es cosa terrible. El hombre corriente puede aceptar una de estas dos cosas: o vivir libremente, con dificultades y con amarguras, o vegetar cómodamente en una dictadura despótica como un animal, bien cebado. Ahora, vivir esclavizados, estandardizados y mal dirigidos por el Stalin de tanda, judío o mongol, eso es horrible.
El conde Sforza, que dió no hace mucho una conferencia en Madrid, parece que contó que en Rusia se vivía mal, pero que el obrero ruso tenía otras compensaciones.
Así, cuando fue una comisión de obreros rusos a Londres, los compañeros ingleses les llevaron a Hyde Park y les mostraron lo bien tenidos y elegantes de los jardines. pero los rusos, al ver a los jóvenes de la aristocracia y de la burguesía inglesa que jugaban y paseaban, fuertes,