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A puntes 223 vive en pleno comunismo, sobre todo en el comunismo de la tierra, que pertenece no a los individuos, sino al grupo social.
Claro que esta semejanza con relación al comunismo con los salvajes menos civilizados no hará mella en los exaltados, y hasta algunos dirán: esos, a los salvajes, hay que imitarlos, como el padre Ferrer de Valdecebro creía que los hombres podían tomar muchas lecciones para la vida, de las aves y de las fieras y animales silvestres.
PROMESAS SOCIALISTAS.
Desde el momento que se ha ensayado, el paraíso prometido se ha convertido en un desagradable purgatorio, cuando no en un infierno franco. Con el socialismo han aumentado en todas partes la burocracia y la Policía. Los trabajadores han vivido igual o peor, y en vez de provocar una dictadura verdadera del proletariado, que sería por ahora el reino de la incapacidad, se ha ido a una dictadura de oradores retóricos, de gente lista, avisada y charlatana.
Hay que tener mucha ceguedad y mucha estupidez para considerar como un ideal a la Rusia soviética, en donde se prende y hasta se fusila por motivos tan fútiles como el de considerar a un obrero inhábil para el trabajo.
Los que tienen esta nostalgia bolcheviquista debían haber nacido indios en la época de mando de los jesuitas en el Paraguay.
Cierto que no hay manera de tener una idea clara de lo que pasa en Rusia. Los buenos burgueses de Occidente ven en el antiguo imperio de los zares lo que les quieren enseñar los bolcheviques. Les muestran escuelas y hospitales, como el ministro Potemkim mostraba a la