219 puntes en la sangre sus secreciones, y está también bajo la influencia de los microbios o de las sustancias químicas que vienen del mundo exterior. La inteligencia del más grande genio no resiste a un poco de alcohol. En ausencia de las secreciones sexuales o tiróidicas, no hay verdadera energia mental. Por otra parte, la presencia de algunos espiroquetas de la sífilis en su cerebro, basta para dar al más humilde de los hombres la certidumbre de que él es Napoleón o Rothschild. El valor, el juicio, la inteligencia, la fuerza moral, la imaginación, no se manifiestan en su plenitud sino cuando el estado de los humores y de los órganos lo permite. El ser humano es un sistema cuyas partes todas, son solidarias las unas de las otras.
En suma, la grandeza intelectual estética, moral y mística depende a la vez de la excelencia de los tejidos y de la excelencia de la sustancia nerviosa. Cada uno de nosotros encuentra en su patrimonio hereditario un número diferente de células cerebrales. este respecto, nacemos muy desiguales. Pero sería posible paliar hasta cierto punto estas desigualdades y mejorar la calidad de los individuos. Se podría dirigir el desarrollo del cuerpo y del cerebro con el fin de producir hombres capaces de adaptarse mejor a la vida moderna. Hoy, la máquina reemplaza al músculo. El equilibrio nervioso, el juicio, la inteligencia, el sentido moral, son más necesarios que la aptitud para la carrera, para el salto o para el tiro del disco. Los atletas no se distinguen ni por su superioridad intelectual y moral ni por la solidez de su sistema nervioso. Talvez no sea este el momento de desarrollar el culto de la fuerza física.