World War

A u t es 185 El asunto fuerza hidráulica ha perdido su carácter propio, transformándose en asunto político. La monopolización de las fuerzas hidráulicas por el Estado constituye ahora un credo politico.
Al atacar a las empresas privadas se incurre en un hondo error económico cuando se aduce que dichas empresas cobrarán precios demasiado altos. Quien tal hiciera, en libre comercio o industria, labraría su propia ruina. Con datos convincentes puedo afirmar que ofrece mil veces más peligro un monopolio del Estado que uno particular. No pudiendo nunca el Gobierno hacer bien sus cuentas, cuando se mete en negocios, coge siempre el fácil camino de cargar las pérdidas al bolsillo de los contribuyentes: así puede aparecer vendiendo fuerza barata.
El Gobierno lo que hace es enredar una cantidad inmensa de política con un poquito de negocios, sin que alguien pueda averiguar cómo van las cosas. Estoy tan convencido de que el Gobierno no debe nunca intervenir en los negocios, que vería con gusta que una empresa privada se encargara del servicio de Correos de los Estados Unidos. Lo que corresponde al Estado en todo caso es ejercer su control tanto sobre el público como sobre los empresarios.
Recuerdo ahora algo que me sucedió en Washington durante la guerra mundial: teniendo necesidad de un aparatito de estaño, lo encargué a los magníficos talleres del Departamento de Marina. después de cien promesas, lo obtuve al cabo de cuatro días. Para cerciorarme de si era posible hacer dicha pieza en menos tiempo, la encargué a un hojalatero de mis talleres, y la recibí y 2 horas después. Esto demuestra la relación de eficiencia entre una empresa nacional y una particular.
El deber más sagrado del presidente es el de no permitir que el Estado se meta en negocios. Esto es lo que esperamos que Hoover haga. esto será su mayor trabajo, junto con el de acabar con la burocracia que se ha formado en Washington debido a las comisiones.
Si el Gobierno de Hoover no deja al Estado inmiscuirse en los negocios, vendrá para los Estados Unidos una era de progreso como jamás se ha soñado.