CommunismImperialism

172 Apuntes Letonia, Rumania, Polonia, han tallado todas sus territorios, en parte o en totalidad, en el bloque ruso. Esos Estados representan el cordón sanitario de Europa en contra de las ideas del comunismo asiático. Todos más o menos, han sido oprimidos. Para ellos, el comunismo no es una opinión: es un enemigo. Un enemigo que, tras luchas salvajes, pudo ser derribado y al cual ha sido preciso mantener por tierra desde hace ya largos meses. La frontera entre Rusia y todos estos nuevos Estados no está constituida únicamente por barreras de intereses en conflicto violento, sino también por un antagonismo de ideas demasiado pronunciado. La enorme potencia rusa, comunista en principio, predica la revolución mundial en politica y, al mismo tiempo, se incorpora el antiguo imperialismo de la Rusia de los tzares. Es imposible, pues, encontrar en el mundo una frontera donde sea más agudo el antagonismo. Para todos esos nuevos Estados, Rusia es un monstruo devorador de cuyas mandíbulas han escapado hace poco a duras penas. Para los rusos, los nuevos Estados no son sino provincias sublevadas, rebeldes, miembros arrancados del Imperio fundado por Pedro el Grande y que languidecen bajo el yugo capitalista.
Todas las aspiraciones de un corazón ruso moderno, que pertenezca a un nacionalista o a un comunista, tienden a reconquistar todo o parte de estos Estados en el cuerpo ruso.
Ellos son sus IRREDENTA.
La recuperación de las provincias perdidas y la difusión del comunismo constituyen un doble fin eri el espíritu de los dirigentes de Rusia, así como en el de la juventud rusa, que no tiene equivalente en ninguna parte del mundo. Podemos extrañarnos de que los Estados