A puntes 145 legio Central que fundó don Leopoldo Montealegre y en el Instituto Americano dirigido por don Juan Ferraz.
Por ese tiempo me aficioné a la gimnasia de fuerza y alcancé un notable desarrollo muscular que me dió fama en ese sentido.
Después de mi regreso de Europa, fui, durante nueve años, Oficial Mayor del Ministerio de Gobernación, Policía y Fomento, dos años Director de la Tipografía Nacional, tres empleado en los Archivos Nacionales y diez y siete en la Oficina de Estadística, que tuve varios años bajo mi dirección. Cuando me vi obligado a proponer la reorganización de ese Departamento, ocurrió algo que, por lo mucho que me honra y hace también honor a varios empleados de esa oficina, quiero recordar. Poco después del acuerdo referente a dicha organización, apareció en La Gaceta otro en que, a petición de las señoritas Anita Pinto y Manuelita Estrada y del joven don Alfredo Lutschauning, se disponía rebajar sus dotaciones para aumentar con esas sumas el sueldo que me correspondía como Director.
Pasé luego a desempeñar un puesto humilde en la Biblioteca Nacional, junto con la Traducción Oficial, pues leía medianamente francés, inglés, italiano, algo de alemán y hasta un poco de ruso. Fui, por último, Jefe de la Sección de Consulados en el ministerio de Relaciones Exteriores, durante varios años, conservando siempre el puesto de Traductor, hasta el año de 1929. Por decreto de 21 de julio de 1928 se me concedió una jubilación vitalicia de 300 mensuales.
Educado en la práctica de la Religión Católica, por mi familia y por los de la de Jesús, perdí mis con