144 puntes edificios y museos. Recordaré sí que en Europa tuve la dicha de conocer a don Manuel María de Peralta, quien me distinguió mucho y recorrió conmigo varias veces los bulevares de París, ambos del brazo, haciéndome recitar versos de mi cosecha.
Casé en noviembre de 1889, a los 28 años, con Chepita Yglesias Centeno, excelente esposa con quien he sido muy feliz y que me ha dado cinco hijos varones: José Joaquín, Carlos, Roberto, Miguel Angel y Fernando. Los tres primeros se han casado y de esos matrimonios tengo once encantadores nietecitos.
Viene aquí el recuerdo más doloroso de mi vida: la noche del al de agosto de 1922 fue un verdadero espanto para nosotros: mi inolvidable Miguel Angel que acababa de cumplir 22 años, bueno, hermoso y fuerte, uno de mis orgullos de padre, falleció trágicamente en tres o cuatro horas. Este golpe fue tan horrible que cambió súbita y definitivamente el suave aspecto de mi vida, perdiendo así casi todas mis costumbres y aficiones. No sé cómo pude sufrir tan espantosa sorpresa. Que Dios tome en cuenta nuestro inmenso pesar!
Repetiré algo ya publicado por el Poeta Sotela. Nunca he sido ambicioso, ni de gloria, ni de riquezas, lo que puede ser un defecto grave. Me disgusta la vida social (no he asistido jamás a un baile o a un banquete) y sus mentiras, sobre todo las diplomáticas.
De hombre mi felicidad ha consistido en lograr la de mis hijos y disfrutar de los encantos de mis nietecitos y de mi pequeño Benjamín.
Fue mi primer destino el de maestro de escuela en San Pedro del Mojón; fui después auxiliar en la Escuela graduada de Varones de esta capital, profesor en el Co