142 puntes señanza en el Colegio de San Luis Gonzaga de los señores Ferraz y después de los de la Compañía de Jesús, de quienes recibí gratis los gastos del internado durante los dos últimos años. Allí obtuve el título de Bachiller a los diecisiete.
Fui buen estudiante de filosofía y matemáticas; pero nunca me dieron buenas notas en historia, geografía y demás asignaturas en que es preciso ejercitar la memoria.
Vine después a esta ciudad para seguir estudios de derecho, a los que no tuve la menor afición, si se exceptúa el derecho natural. Pude entonces conocer a los profesores don Salvador Jiménez, autor del único texto de derecho civil en aquel tiempo, y al Lic. don Pedro Pérez Zeledón, que tenía a su cargo el derecho natural y lo explicaba a maravilla.
Terminé mis estudios teóricos en tres años y me preparaba para presentar el examen de Bachiller en Leyes, cuando contraje una seria enfermedad que me obligó a abandonar la carrera y a hacer un viaje a Europa, gracias a la generosidad de la señora doña Inés Bolandi, quien había casado en segundas nupcias con mi tío don Ricardo Cooper, mi segundo padre.
Tuve afición a la literatura, al verso principalmente, y fueron mis profesores don Juan Ferraz y el Cáceres, notable orador sagrado.
Compuse en el Colegio mis primeros versos, dedicados a mi madre, a quien no había conocido, composición que no conservo. De 1880 a 1883 me consagré especialmente a mis aficiones literarias y publique la mayor parte de mis viejas estrofas, de un sabor acentuadamente melancólico y amatorio. Mi última composición fue escrita