126 Apuntes El progreso humano ha entrado en un período silencioso que no es el menos fecundo. Pascal decía contemplando el cielo que entolda nuestras cabezas: Me espanta el silencio eterno de esos espacios infinitos. Yo me consuelo y regocijo cuando terminan las polémicas de la prensa y toda nuestra agitación verbal subsiguientes a los períodos electorales. El universo sabe realizar su obra sin ruido, sin ninguna declamación charlatanesca en las alturas, sin que ningún programa coruscante se intercale en la tranquilidad de las constelaciones. Yo creo que la sociedad ha entrado en un período dichoso en que todo se hace sin ruido, y sin sacudidas, porque a todo preside la madurez: habrá reformas y aun grandes reformas, pero se realizarán sin apenas mentarlas, sin turbar la dulce paz de las naciones, como la caída del fruto maduro no altera los bellos días de otoño; la humanidad se elevará insensiblemente hasta la justicia fraternal, como la tierra que nos sustenta se eleva por silenciosa gradación hasta los horizontes estrellados. Oh, mi querido amigo; cuánta prisa tengo de responderle, y qué cosas debo decirle. Nó; no me conteste esta noche. Mire y escuche.
Mientras nosotros discutimos y soñamos en el porvenir, todo lo que vive, todo cuanto existe, se abandona a la alegría de la hora presente y a la inmediata dulzura de la noche serena. Los campesinos acuden en grupos a la granja para despojar de sus hojas las espigas del maíz, y vienen cantando a coro; la culebra, súbitamente despierta, se sobresalta y vuelve a dormirse en el misterio de la espesura. En los rastrojos, en las secas praderas, los pobre animalillos siguen cantando: su música no es estallante e innumerable como en las tibias noches de