118 Þ u t es convalescencia habrá de comenzar; de la convalescencia, saldremos más fuertes que antes. La enfermedad habrá servido para que nuestro organismo se haya renovado; como si fuéramos hombres nuevos estaremos después de esta crisis terrible. con tales halagüeños pensamientos, vamos pasando las horas, los días, las semanas, los meses. la madrugada, en las rendijas del balcón, la débil claridad del alba; después, durante el día, el muro de enfrente en que un rayo del sol apunta, aumenta y decrece. Este rayo de sol, que vemos todos los días. que vemos crecer y decrecer, es nuestro consuelo. Toda nuestra vida de enfermos está concentrada en este brillante rayito de vivo sol que aparece en la pared por la mañana y se marcha por la tarde. El autor de estas líneas ha visto desde la cama, en meses y meses de enfermedad, cubrirse un árbol lejano de hojitas en primavera; después, hacerse grandes la hojas; luego comenzar a tornarse amarillas; por fin, caer del árbol y quedar las ramas limpias, negruzcas, en el invierno.
Un benemérito religioso, el padre Sansón de la Congregación del Oratorio, publica en París una revista que debe ser propagada entre los enfermos. Se titula Revivre, y a los dolientes está dedicada. Hace poco que ha comenzado la publicación de esta revista. En el programa de Revivre se dice, entre otras cosas: Al fundar Revivre, el padre Sansón ha llevado principalmente dos miras: remediar el aislamiento moral y espiritual del enfermo, y despertar en los sanos la responsabilidad con respecto al mundo del sufrimiento. Fiel a este programa, el buen religioso procura en su revista llevar al pobre enfermo un poco de confortación espiritual. Muchos enfermos habrá que no pueden leer los artículos del padre