A puntes 115 para, se produce un resplandor difuso, vago, que no molesta a los ojos. Antes, las mariposas eran las indicadas para alumbrar la habitación del enfermo; la mariposa estaba compuesta de un vaso con agua, en el fondo, y aceite en la superficie; una torcida era encendida y daba una débil llamita. La luz del aceite es la más suave de todas; creo recordar que lo dice Juan Luis Vives en sus Diálogos latinos al hablar de la luz que los estudiantes van a encender para el estudio de la noche. La mariposa hasta tiene bello el nombre; mariposa de luz, tenue mariposita que pone, con amor, con delicadeza, sus resplandores suaves en la estancia en que un ser humano está sufriendo; que alumbra, con piedad, con cuidado, los dolores que en esta estancia sufre el enfermo. la madrugada, la mariposa siente ella misma, la pobre, un cansancio terrible; ha alumbrado durante toda la noche, discreta y callada, y ahora tiene de cuando en cuando un chisporroteo que señala el final de su misión. se ha acabado casi el aceite del vaso; la llama llega al agua, y la luz crepita dulcemente, como quejándose, sin querer; sin querer, porque la mariposa es buena, generosa, y lo que ella desea es que le echen un poco de aceite para poder alumbrar lo que resta de la noche. Pero un débil resplandor ha aparecido en las rendijas de la ventana; la aurora está ya en el cielo; el día ha comenzado. la mariposa no es necesaria hasta otra noche; va a tener, pues, unas horas de descanso, de reposo.
Todo ha quedado dispuesto en la estancia del enfermo. las horas de la noche son terribles para los pobres dolientes. Durante el día, los minutos han transcurrido con dificultad; pero estas horas de silencio y de soledad, son verdaderamente angustiosas. Aunque notamos que