91 p nt nt es Fragmento de un discurso de Clemenceau En la enseñanza, como en todas las demás partes de la construcción política, todo deriva de dos principios primordiales: la autoridad y la libertad.
Se nos ha propuesto transferir el poder espiritual del Papa al Estado; ese es un catolicismo civil, laico, con un clero universitario.
Aquí se ha citado este pensamineto sin nombrar el autor: La educación debe ser única e idéntica para todos. Un ciudadano no pertenece a sí mismo, todos pertenecen al Estado. Se nos ha invitado a adivinar el autor, y cuando uno denunció a Aristóteles, yo iba a nombrar a Ignacio de Loyola, porque en ese aforismo se encuentra el Perinde ac cadaver, o sea la doctrina de la absorción total, sin reserva y completa, del individuo en la corporación.
Se había comenzado por decir: Los niños son propiedad del Estado. y la lógica ha llegado hasta exigir el monopolio de la enseñanza superior; es decir enviaréis al cuartel y al frente del enemigo todos los hombres de veinte años, y cuando salgan de las filas, después de haber corrido los riesgos del cuartel y de la guerra, no se les concederá aún la libertad de saber.
Yo no acepto esa doctrina en que la abstracción Estado se convierte en el Moloch insaciable en que toda virtud, según se ha manifestado, consiste en abismarse para siempre, lo que representa un retroceso de dos mil años.
El Estado, lo reconozco, tiene larga historia; pero manchada de sangre. Todos los grandes crímenes per