AnarchismViolence

A puntes 93 bulos, las hogueras, me pregunto con asombro cómo las sociedades humanas han podido sobrevivir a la repetición incesante de atrocidades tamañas, y me asalta la duda de si no será el poder el peor de los enemigos del derecho y la autoridad tirana más que tutora de los rebaños que apacienta.
No soy anarquista, pero en presencia de ese Leviatán que se llama el Estado, con su Constitución, sus leyes, sus códigos, sus poderes, sus partidos, sus clases, sus órdenes, su presupuesto; con su administración, su burocracia, su fuerza, sus tribunales, sus prisiones, sus cadalsos y sus verdugos, todo ello tan poderoso para el mal, todo para el bien tan impotente; en presencia de esa institución que tiene por lema el derecho y por práctica la violencia; que no persuade, que no amonesta, que no ampara, que no defiende, pero que impone, cohibe, reprime, castiga; en presencia de ese monstruo que devora todos los años mil millones para mantener a sus parásitos, y no da en cambio instrucción, ni protección, ni sosiego, ni paz, ni gloria, ni justicia, ni pan; que roba el voto al ciudadano y luego le zampa en la cárcel; que despoja al contribuyente y luego le fusila, doy en pensar que es que podría perder la sociedad con verse amputado al rape tan disforme y horrendo pólipo.
No soy anarquista. es decir, nunca creí que lo fuera. Pero bien considerado todo y hecho examen de consciencia, acaso resulte que era un anarquista sin saberlo.
ALFREDO CALDERÓN.