71 Apuntes teles, la fineza espiritual de San Pablo, la energía de Horacio en el puente, el juicio reflexivo de Washington y la soberbia paciencia de Lincoln, sería convertirnos en una muchedumbre grotesca. Pero ¿qué debemos hacer entonces para poner término a esta situación?
La respuesta es la de que necesitamos provocar un nuevo resurgimiento, una reviviscencia de la cultura, un renacimiento de las convicciones fundamentales, de nuestras firmes energías y del más amplio, tradicional y reflexivo Americanismo.
Guillermo Valencia, abuelo Gacetilla de El Tiempo, Bogotá, 24 de junio, 1931 Ha nacido el primer nieto de Guillermo Valencia. En recuerdo del Conde de Casa Valencia se llamará Pedro Felipe. Llega al mundo cuando desaparecen todos los esplendores que, hace treinta y cinco años, incendiaban los ojos y el alma de su abuelo, uno de los últimos hidalgos de la Castilla americana.
La vida moderna tiende bajo los pies de Pedro Felipe una topografía monótona. Sobre ella triscará el pequeñuelo con una vital alegría de cabrito. Pero le bastará subirse a las rodillas de Guillermo para cabalgar todo un pasado bello y glorioso que se fugó.
Sobre el cielo de Popayán ya no vuelan las águilas