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70 puntes civil y económica, no sólo deben limitarse, sino destruirse. Los fascistas han construido un cuidadoso instrumento con el sistema de un solo Partido y tratan de demostrar cuán experimentalmente puede usarse para vigorizar y estimular la vida de la nación, ganando al menos la aprobación de una gran parte del país. Mientras estos activos y enérgicos competidores de la democracia se están estableciendo por sí mismos, la democracia se halla en todas partes bajo un ansioso examen introspectivo y de propia acusación. Le basta a úno con leer las discusiones contemporáneas de los asuntos públicos en la Gran Bretaña, en Francia, en Alemania, para obtener alguna noción de la medida de inconformidad que en todas partes existe. Un agudo observador acaba de escribir. la democracia moderna se ha hecho incomprensible; su trabajo, dificultoso; se ha hecho desconfiada. demasiado suspicaz en todo. Esto lo hemos leído en The London Spectator en enero 24 de este año. Claramente demuestra que el pueblo no comprende, y, pueblo que no confía, en corto plazo dejará de gobernarse por sí mismo.
Sumergidos en este pantanoso terreno, sólo parece existir un cambio de salvación segura, y este es el que se obtenga por la ayuda de una opinión pública realmente instruida, enérgica, alerta y liberal. Confiar en nuevas legislaciones sería semejante a tratar de cruzar el océano en un bote de papel. Confiar en una clase burocrática, con sus minuciosos requisitos, sus formalismos, sus legalismos, y sus inconsecuencias políticas, equivaldría a tratar de volar cuando firmemente nos hallamos sujetos detrás de las barras de una prisión. Continuar exaltando a los simplemente ambiciosos, y una vez exaltados por nosotros mismos, investirlos con la sabiduría de Aristó