58 puntes la posesión del suelo, en el control de los instrumentos de producción y de transporte. Cuando surgió la industria en grande escala, primero el vapor y luego la electricidad, multiplicando aquellos poderes miles de veces, el escenario de la vida cambio de nuevo. Fue entonces cuando el individuo, que, salvo muy raras excepciones había hallado oportunidad de sellar su personalidad en el campo de las empresas bélicas, o en el de la gobernación política, o en el de la filosofía, en el de la ciencia, el arte o la agricultura, el drama, la poesía o la música, comenzó a hallar también el campo de la riqueza; de la riqueza física, material, monetaria. Estos hechos transfirieron los mayores intereses humanos y el centro de gravedad de las acciones individuales, de los campos en que ellos habían tanto tiempo dominado, a estos nuevos campos que son el producto, cuando más, de las tres últimas centurias.
Al lado de estos nuevos poderes que repentinamente se ofrecieron al individuo, poderes sobre la vida, las ocupaciones y la retribución ajena, rápidamente se creó una nueva filosofía desde el momento en que los instrumentos de producción y las agencias de transportes llegaron a ser objeto de la aspiración de los individuos más capaces, más tenaces, más experimentados. Junto a ellos instantáneamente, y sin consciencia de lo que estaba sucediendo, se creó un nueyo género de poderío. El poder que se había dado a la palabra hablada, a los ideales, a las artes, a las letras, a la filosofía, se transfirió al campo de las cosas materiales. Vino entonces, como inevitablemente tenía que suceder, un creciente conflicto de consciencia con los intereses de las grandes masas. El Uno y los Muchos, el Individuo y la Colectividad, comenzaron a hostilizarse.