51 puntes espíritu investigador. Cuando esto era una colonia española, y tenía el anatema regia toda cultura, tropezábase aquí cualquier europeo con estudiosos del tipo de Caldas, que adivinaban la república, la medían, la pesaban, y sabían exactamente qué suelo les había tocado en fortuna.
En la introducción a los estudios geográficos del Nuevo Reyno, Caldas cita con frecuencia lejanísimos colaboradores, que en provincias tenían correspondencia permanente con el investigador del Observatorio, y realizaban curiosas expediciones científicas para orientarse sobre un territorio desconocido. muy poco, desde entonces, se ha avanzado en la geografía colombiana. Vivimos sobre una tierra que nadie conoce, que nadie mide, con riquezas o sin ellas, pero sobre una serie de hipótesis absurdas, que nos meten en la cabeza a martillazos en las escuelas y que no volvemos a reconsiderar nunca. Es un país nebuloso. Nadie estudia. Nadie quiere saber. Nadie pregunta a la naturaleza colombiana sus secretos, y nos sucede lo contrario de lo acaecido al preguntón de la esfinge: nos devora la naturaleza por no averiguarle sus enigmas.
Los hombres prácticos a quienes se entregó la república fatigada de sus hombres sin práctica, deberían responder qué hicieron de ella mientras les duró su mandato.
El desprecio por la inteligencia es lo único que ha quedado de toda esa serie de insensateces que urdieron. Se fatigó Colombia de los intelectuales y se entregó a los pragmatistas. Ahora comienza a fatigarse de los politicos. Nosotros nos preguntamos con sorpresa y con espanto en qué manos caerá el día que reniegue también de los políticos. Porque apenas es concebible la ignorancia de los prácticos en cuestiones de Estado. El práctico