AntifascismFascismHitler

8 LIBERACIÓN LIBERACIÓN Alza entonces la voz, en alemán, Von Faupel. Tampoco puede con los suyos, con los otros voluntarios venidos del Reich, quienes acompañan a los italianos en el fracaso y en la fuga. la gran masa ciudadana española responde por su parte al invasor, con su entusiasmo, con su sacrificio, con su abnegación. dice rotundamente en lengua de Cervantes. Venceremos. No pasarán. muertos y heridos quedaron en las calles y en los campos vecinos a donde fueron en busca de refugio.
En Barcelona y en otras ciudades y pueblos mediterráneos la población rinde tributo a los despojos de las mujeres, de los niños, de los hombres que va matando el fascismo desde el mar o desde el aire. Miles de catalanes acompañan a los caídos en procesiones silenciosas, fiera la mirada, levantado el puño. Qué homogénea y qué grande es Cataluña en el valor y en el dolor de España!
Los campesinos llegan presurosos a los lugares de abastecimiento, con sus carros y con sus mulas, a ofrecer lo mejor de sus cosechas, Largas filas de camiones repletos de víveres van y vienen jadeantes por las carreteras.
Hay una estrecha unión, una solidaridad inquebrantable entre soldados y civiles; entre el nuevo ejército, las agrupaciones políticas, los sindicatos y el pueblo; entre millones de españoles alentados por el mismo ideal Todo para los milicianos. Que nada les falte. Todo para los hombres de las trincheras. Hospitalidad, pan, techo, calor de hogar para sus hijos, para sus mujeres, para los evacuados, para los héroes anónimos de la libertad de España!
Imponentes asambleas en cines y en teatros proclaman la unanimidad antifascista de los leales a su patria y a su historia.
Se organizan enormes manifestaciones de adhesión al Gobierno del Frente Popular. multitudes de mozos y de viejos acuden a inscribirse para que se les mande sin demora a los campos de batalla Esa es la realidad de España desde el 18 de julio de 1936. De la España en armas contra invasores y traidores. De la España que defiende con arrojo sus conquistas democráticas. De la España que opone su cuerpo ensangrentado y su espíritu luminoso al avance del conquistador extranjero. qué grande la capital sitiada! El estampido seco de la artillería, el tableteo de las ametralladoras, los disparos antiaéreos, las bombas de los aeroplanos no turban la tranquilidad de los madrileños. Continúan en sus quehaceres habituales. Llenan los cafés. Conversan. Rien. Discuten.
Si de noche se oye el tronar de los cañones, dan media vuelta en la cama para seguir durmiendo. Qué más da! Lo mismo se muere en el sótano que en el principal o en los áticos. Compañero, cómo zumban. El Abuelo. El Felipe. Los obuses cruzan silbando la obscuridad y atraviesan fachadas y allos pisos. El Felipe y el Abuelo contestan con sus roncas detonaciones, hasta que guardan silencio las baterías de Hitler y de Mussolini.
鲁普基 No perdona el fascismo internacional a un pueblo que tan enérgicamente lo derrota. Nuevos bombardeos. Sobre objetivos militares. No. Otra vez sobre barrios obreros de Madrid! Sobre calles y plazas de Barcelona! Sobre el Hogar del Socorro Rojo Infantil y el Hospital Provincial de Valencia. Sobre Tarancón, Albacete, Andújar, Castellón, Tortosa, Sagunto. Sobre el Sanatorio de Malvarrosa en la Playa de Nazaret!
Ciento cincuenta huerfanitos de la guerra y doscientos niños tuberculosos albergaba ese sanatorio. Tuberculosis de los huesos! No podían moverse de sus camas los pequeños inválidos cuando explotaron los proyectiles italianos. Lloraban a gritos desgarradores. Pedían auxilio llenos de angustia y de pavor.
Pregunté en Tarancón a un campesino. Cuántos muertos. Dieciocho fué la respuesta. heridos? Se quedó mirándome. Luego dijo: En Tarancón no hubo heridos. Las bombas hicieron volar tres pobres viviendas con sus dieciocho inquilinos. agregó: La metralla es como los dientes del lobo. Al que hiere lo mata. De las víctimas de Valencia conservo el recuerdo doloroso de una familia entera hecha pedazos. El padre se había marchado al frente. Hoy descansan los suyos en la misma tumba: un niño de siete meses, otro de tres años, una niña de cinco, la madre de veinticuatro y la abuela septuagenaria, En Albacete, ciudad indefensa de ochenta mil habitantes, veinte aviones estuvieron lanzando bombas incendiarias durante seis horas. Numerosos Los varones en edad de ser soldados van al frente. Sus mujeres, sus hijas, sus hermanas, ayudan en la retaguardia. Se hacen cargo de las guarderías infantiles; confeccionan los uniformes de los milicianos; atienden a los heridos.
No es posible hacer que las mujeres madrileñas abandonen la ciudad.
Se les dice en los periódicos, en las difusoras, en las revistas, en los teatros, en los tranvías por medio de carteles ilustrados. Mujeres, evacuad Madrid! Los fascistas redoblarán su saña criminal.
No permitáis que los niños caigan ametrallados por los aviones alemanes e italianos!
La evacuación de Madrid, procurando alejar a los niños del peligro, es una necesidad imperiosa. Mujeres, superad vuestros sentimientos maternales. Debéis colaborar en la defensa de Madrid salvando a vuestros hijos!
El Gobierno suministra todo lo necesario para los evacuados. Pero las mujeres no salen. No quieren salir. Soportan el crudo invierno sin calefacción. Pasan increibles privaciones por escasez de alimentos. Nada de eso les preocupa. No protestan. de madrugada forman en las interminables, en las bulliciosas colas de la leche y de la carne cuando las hay, del carbón, del pan, de lo más indispensable que pueden conseguir para llevar un bocado al anciano, al niño, al enfermo, a esa familia que tanto aman y de la cual rehusan separarse. No tiemblan con los cañonazos ni con el estallido de las bombas!
Pero están temblando de frío, mal abrigadas y a ración mínima de guerra, estas heroicas mujeres madrileñas a quienes sin duda levantará la Revolución un monumento!
Sí. Heroicas mujeres. Heroicos los bomberos. Heroicos los tranviarios que no han suspendido el servicio de los trenes eléctricos un solo día.
Heroica ciudad la capital de España. Mas cuánta pena en cada calle, en cada hogar, en cada habitación!
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