Democracy

96 LIBERACION LIBERACION larga odisea. Estaban en aquella isla cuando estalló la insurrección. Los militares sublevados quisieron tomarlos presos como rehenes. Lograron huir al monte, pudiendo ocultarse hasta que llegaron y vencieron las fuerzas republicanas. Escapó también con vida Ramón Araquistáin, hijo del famoso autor de «La Agonía Antillana. En la nutrida biblioteca del incautado palacio de la Alianza, oyendo a la escritora y al poeta, están Xavier Abril, José Bergamín, Ramón Sender y otros valores de la nueva España intelectual. Alberti nos cuenta de las vejaciones y de los atropellos que sufrieron los habitantes de Ibiza durante las tres semanas de régimen fascista que tuvieron que soportar. relata, conmovido, sucesos increíbles del 19 de Julio en Barcelona. su paso por la ciudad condal, de regreso a Madrid, pudo comprobar cómo es cierta la versión de que los trabajadores se apoderaron de varias piezas de artillería que amenazaban al pueblo desde las bocacalles, lanzándose sobre los artilleros en automóviles con velocidad de 150 kilómetros por hora. En distancias cortas era cuestión de segundos llegar a los cañones. Varios milicianos se mataban, pero la pieza quedaba en poder de los leales sobrevivientes.
de sus comisiones con un profundo sentimiento de pena. Así lo explica el citado decreto en las siguientes palabras. El Gobierno ha visto con dolor que don Miguel de Unamuno y Jugo, para quien la República había reservado siempre las máximas expresions de respeto y devoción, y para quien había tenido hondas muestras de afecto, no haya respondido en el momento presente a la lealtad a que estaba obligado, sumándose de modo público a la facción en armas. en dos artículos que no parecen redactados en tiempo de guerra, se toma la decisión de darle las gracias por sus servicios.
El resentimiento de Unamuno La conversación gira en torno de la gran mayoría de hombres de letras cuya actitud es francamente democrática, y de la minoría que está con la antipatria. Se habla de Unamuno, del viejo escritor y maestro glorificado y jubilado por la República. El 30 de septiembre de 1934 se le nombró Rector vitalicio de la Universidad de Salamanca, se creó la cátedra libre «Miguel de Unamuno»
y fué dado su nombre al Instituto Nacional de Bilbao. En su peroración de despedida a los alumnos dijo don Miguel. Ojalá vinieseis todos henchidos de frescura, sin la huella que os han dejado quince o veinte exámenes, y trayendo a estos claustros no ansia de notas, sino sed de verdad, aire de la plaza, del campo, del pueblo, de la gran escuela de la vida espontánea y libre! Tenéis que descubrir a nuestro pueblo tal como por debajo de la Historia vive, trabaja, espera, ora, sufre y goza. Debéis comprenderos y consentiros unos a otros. en aquel entonces recalcaba el señor Unamuno estas palabras. Más ha ganado Cervantes para España en su Quijote, hijo de la palabra, que ganó don Juan de Austria con su espada en la batalla de Lepanto. Ahora don Miguel, a quien podría excusársele un cambio de frente con algún don Juan de Austria contemporáneo, lo ha tenido, mas no precisamente con vencedores en batallas de Lepanto sino con Cabanellas, Queipo de Llano.
Mola, Franco y comandantes negreros como Doval y Bravo, llamado en España cla hiena» y «el verdugo de la represión de Asturias. Es el mismo que con el grado de capitán estuvo en Costa Rica y casi mata a puntapiés, en mi oficina del diario La Opinión, al escritor guatemalteco Ricardo Gómez Carrillo. Con bárbaros de esos está Unamuno, y con «financieros de la talla y de la fama de Juan March «Lo de Unamuno es un caso grave de megalomanía explica Ramón Sender. Es, en otras palabras, un caso agudo de resentimiento: con Jesucristo, con Budha, con Mahoma, con todos los que han sonado y seguirán sonando más que él. Acá en España a nadie le reconoce méritos. Cuando murió Valle Inclán creyó que lo alababa demasiado cuando dijo. Tenía imaginación ese pobre chico. He allí a Unamuno, he allí al hombre cuyos defectos aumentan con la edad. El Gobierno republicano, sin estas frases jubilosamente sarcásticas de los escritores jóvenes, da un decreto el 22 de agosto de 1936, separando de sus cargos al veterano profesor. sus insultos, a su pasión achacosa, no contestan con el mismo lenguaje don Manuel Azaña ni el Ministro de Instrucción Públiea, don Francisco Barnés. Al viejo maestro se le separa de sus cargos y Al hombro el fusil y en la mano una guitarra Se anuncia el primer bombardeo aéreo de Madrid, tomándose disposiciones para proteger a la población civil. Pero el pueblo madrileño hace mofa de todo. Se ríe alegremente de las batallas que gana Queipo de Llano desde el micrófono de Sevilla. Se ríe de Gil Robles que manda telegramas desde Lisboa a Burgos y a Valladolid, ordenando a los rebeldes que resistan porque los militares seguirán recibiendo su ayuda moral y el apoyo material de March. Se rien, en fin, de los pilotos que esa noche van a bombardear el Ministerio de la Guerra. entre estos aviadores citan a luan Ignacio Pombo. El del vuelo «a las Américas con un pequeño retraso de seis meses. El que ha dado el mote de caviadores pombos» a los camareros cachazudos. El que salió a bombardear un asilo de niños y encontró al llegar que ya todos eran viejos. El que en una república centroamericana perdió el apéndice. Feliz apéndice! Salió retratado y ampliado en periódicos de Costa Rica. el Gobierno de Lerroux hizo que se condecorase a los médicos que lo extrajeron sin matar al aviador!
Esa misma tarde, cuando se oye redoblar de tambores y toque de clarines, se reune una impresionante multitud en la Puerta del Sol. ella desembocan torrentes humanos de las calles que la rodean: Alcalá, Carrera de San Gerónimo, Arenal, Carretas, Carmen, Mayor, Preciados, de la Montera, Correos y Espoz y Mina.
Él entusiasmo se desborda cuando aparece el primer regimiento de milicianos marchando los acordes del Himno de Riego. Desfilan desde la Estación de Atocha los soldados del pueblo que han llegado de Valencia para combatir a los rebeldes. Desfilan también varios batallones de Ciudad Real, entre los que marchan numerosos mineros de la zona de Puertollano.
Hacia las siete, dos horas antes de apagarse las luces de la ciudad para tener defensa contra las bombas de los aviones, llega una columna del coronel Mangada. La gente se apiña en las aceras, en los balcones, en los techos de tranvías y de automóviles, frente al Ministerio de la Gobernación.
El pueblo aclama a los combatientes y da vivas estruendosos a la República, a la democracia, al Frente Popular. La multitud corea el famoso grito de guerra de los mineros asturianos: Uníos, hermanos proletarios. Es el pueblo que palpita al unísono con los héroes que han salido de su propia entraña. Es el pueblo que se defiende. Es el pueblo marayilloso de nuestros antepasados que marcha victoriosamente hacia un porvenir mejor.
Pienso conmovido en las naciones de América, en México, en nuestras pequeñas repúblicas centroamericanas, cuando me hacen volver a la realidad.
a la realidad de España, los compatriotas con quienes he pasado la tarde.
Otra vez el Himno de Riego. Un nuevo batallón. en la última fila un soldado que al hombro lleva el fusil y en la mano una guitarra.
Veintidós bombas en quince minutos de ofensiva aérea Esta desaprensión de los madrileños indica que no creen en las amenazas de bombardeo. Se trata de una ciudad abierta; no tiene objetivo estratégico el sacrificio de civiles: piensan, además, en razones de humanidad y en Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.