52 LIBERACION LIBERACION deber del hombre, del verdadero hombre, en su sentido nacional y universal, es aceptar este deber con el alma tensa de generosidad, sabiendo, creyendo con fe ciega que compramos con él la paz de las generaciones futuras. los demás, a los que gritan como los niños, llevándose con cómico terror las manos al bolsillo, hay que dejarlos de lado porque no son dignos de la categoría humana.
Nosotros no podemos ser así. Miremos con resolucion nuestra conciencia y veremos que el hombre, concretamente el español, había olvidado el deber de su trabajo creador, que la mujer había derribado del altar de sus instintos la obligación maternal, que el joven pide con egolatría derechos y más derechos escatimando sus deberes más fundamentales. Veremos también que el profesional miraba su servicio como una mina de provecho propio y no como cooperación al de todos: que el ciudadano, en fin, se había emborrachado de egoísmo anestesiando su sensibilidad ante el dolor colectivo que a todos nos salvará.
Hay que echar sobre la espalda el fardo del deber. Se lo digo a los tímidos, a los que huyen, a los incapaces de comprender. hay que seguir la vida pendiente adelante con el noble fardo a cuestas.
Esto dije entonces, y ahora con la misma fe, afinada en estos tres años, que por su hondura parecen treinta, sólo quiero recordar mis palabras y de nuevo y con el mayor entusiasmo suscribirlas.
Madrid de septiembre de 1936.
disfrute de sus placeres que en el fondo son siempre iguales para todos los hombres, a un precio con el que hubiera podido com prar lo que no todos alcanzan: el alivio de la desdicha de muchos de sus semejantes. Pasó después por destinos varios, y en los últimos años el palacio y sus jardines románticos esperaban vacíos no se sabía qué. yo creo que desde que existió esta mansión, símbolo de tantas cosas, estaba destinada a ser un día refu.
gio de niños y escuela de sus mentes, antes condenadas a perderse en la ignorancia, como en el mar el agua infecunda de nuestros ríos.
Es, pues, este proyecto, que ha empezado ya a dejar de serlo y a convertirse en realidad dichosa, como una promesa de la intención de paz, de generosidad, de noble orientación hacia una mejor justicia que brota en la República detrás de la guerra, en lo material y en lo espiritual, y que pugna, desde ahora, por sustituirla y hacerla olvidar.
Por eso os pido vuestra ayuda. Aun los que estáis del lado de allá de las ideas de los que os hablan, cerrad los ojos y sed generosos con esta cbra, en la certeza de que vuestro esfuerzo no podrá tener nunca me jor aplicación. quisiera que no existieran ahora estos medios de comunicación que han anulado la distancia y que hacen a todos los hombres partícipes a la vez de cada gran acontecimiento de la tierra.
En reciente ocasión he comentado los probables inconvenientes que para todos tiene esta comunión instantánea de todos los hombres en la actualidad, porque al suprimirse la distancia se ha roto aquella gradación en los juicios que daba el irse conociendo poco a poco, en cada ámbito de la tierra, el mismo suceso. Si vosotros, que oís mi voz, tar daseis en saber mi petición el tiempo que un navio necesitaba para ir hasta el nuevo mundo, cuando llegase vuestra respuesta encontraríais a España en paz, bajo la disciplina de una jerarquía justa y en mar cha ya, con poder irresistible, el aliento de esperanza y de fe en el futuro que hoy anima el heroísmo de este pueblo de inagotable vitalidad.
Contribuid a la firmeza de esa paz que acogieron muchas gene raciones, hasta que nuestra sangre se diluya y se extinga en la de los hijos de nuestros nietos. Contribuid, por lo menos, que es lo más, en la fe de España. Os lo dice quien siempre acertó manteniéndola. Parad sobre el sufrir de hoy hacia el mañana fuerte. Pensad que el impetu renovador de la naturaleza convierte hasta a los muertos en fuente de energías nuevas, y una crisis como la que sufre nuestra patria no es ni siquiera muerte, sino pecado, contrición y esfuerzo nuevo.
Hace ya tres años que decía yo ante un público de militares estas polabras que me autorizan ahora para hablar: El hombre actual ha perdido no la capacidad de sufrir, que esa es inseparable de su condición animal, sino la alta y noble voluntad de sufrir, que es típica de la jerarquía humana. El mundo entero atraviesa momentos de revolución total en las calles y en las conciencias. produce asombro el espectáculo de que las reacciones de la mayoría de los hombres son tristes reacciones egoístas, y nada más.
Unos lloran por sus rentas disminuídas o acabadas; otros, por sus negocios y clientelas menguados. Pocos son los que se hacen hoy car.
go de que están recibiendo la lección provechosa del dolor común, fuente de todo progreso, que por ser tan esencial no se compra, como las cosas de lujo, con lo que nos sobra, sino con nuestra sustancia misma, con sangre y con sudor del alma que los hombres de ciertas generaciones tenemos que ofrecer en holocausto a las generaciones venideras. El El pueblo español se ha levantado en masa para defender a la República. La conquistó pacificamente con los votos y la mantiene con las armas. La alianza del pueblo y de la República queda sellada con sangre. Ahora verá el mundo el caudal inagotable de energías que guarda el corazón español. Una vez más, defendiendo su soberanía, mi país presta un gran servicio a la causa universal de la libertad.
Manuel AZAÑA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.