Socialism

LIBERACION LIBERACION 45 Palabras proféticas de la José Andrés Manso y la hora justicia implacable Por MARGARITA NELKEN. Claridad. Madrid, 15 de agosto de 1936. La Iglesia jamás deja de inculcar el acatamiento y obediencia debidos al Poder constituído, aun en los días en que sus depositarios y representantes abusen del mismo en contra de ella, privándose, de esta suerte, del más poderoso sostén de la autoridad y del medio más eficaz de obtener del pueblo la obediencia a sus leyes. Con aquella lealtad, pues, que corresponde a un cristiano, los católicos españoles acatarán el poder civil en la forma con que de hecho exista, y, dentro de la legalidad constituida, practicarán todos los derechos y deberes del buen ciudadano. estas palabras de la pastoral publicada por todos los prelados españoles al advenimiento de la República, en 1931, añadía El Dehate. con fecha de octubre de 1932, estas otras de encabezamiento y comentario. Hemos sido y seremos los paladines de la lucha legal y del acatamiento a los Poderes constituídos. Ante todo, por razones morales.
Respetamos otros criterios; pero nosotros creemos que la rebelión propiamente dicha es ilícita. Esta creencia encuentra firme e inequívoca corroboración en multitud de textos de León XIII. La pastoral colectiva de los prelados españoles, publicada precisamente a poco de instituída la segunda República, nos alecciona con la misma doctrina; y los prelados españoles, juntos en aquella declaración, para nosotros son la Iglesia. Por si alguien las olvidó repitamos sus palabras: que no admiten la sedición y el complot.
si alguien las olvidó las repetimos: ante todo, por razones morales. preguntamos. Cuál era, cuál es el Poder constituído en España cuando se produce el complot, la sedición, la rebelión armada que combatimos. Cuál el poder civil que de hecho existe. Cuál la legalidad constituída?
Los paladines de la lucha legal y del acatamiento a los Poderes constituídos. qué se hicieron? Aquella lealtad que corresponde a cristianos. en quiénes estuvo. Quiénes han mentido. Quiénes han traicionado?
De pie, en mi puesto, al lado del pueblo español, con el pueblo, con la verdad, estoy esperando la respuesta. Recuerdas, lector, el magnífico ejemplo de honradez política y de rectitud socialista dado por nuestro José Andrés Manso al pedir la anulación de las elecciones de Salamanca? Para que no prosperase el tráfico inmundo de los Gil Robles y Lamamié de Clairac, el dipu tado proletario ofrendaba su propia acta. La ofrenda fué estéril: los republicanos, que no ignoraban quién era Gil Robles ni lo que había detrás de la elección de Gil Robles, no sabían todavía que frente a un Gil Robles y a sus compraventas de conciencias no hay leguleyismo que valga. Hoy, tal vez, lo sepan. Pero hoy Gil Robles está en un lujoso palacete de Estoril, y a nuestro José Andrés Manso le han asesinado en Salamanca los que no podían perdonarle el haber entregado su vida a la redención de los campesinos esclavizados por los que ya eran, en esencia y en potencia, la canalla fascista, cuyos crímenes han e hierto, ipor fin. los ojos cerrados por el Alcubilla, su exégesis, sus resquicios y sus artimañas. Nos le han asesinado! Como a tantos otros, dirán algunos. Cierto que el caído anónimo tiene el mismo valor de holocausto a la causa de la civilización que la víctima cuyo nombre suene más. Pero el asesinato de Manso y sus circunstancias cobran fuerza de símbolo, porque ninguno quizás tan demostrativo de la venganza, fruto de la rabia impotente de los que se saben vencidos. Nunca como ahora está próximo el despertar total de las masas miserables del agro castellano; nunca como ahora fué inminente la desaparición definitiva, del mapa de España, de ese chancro latifundista, frailuno, clerical y usurero, que durante siglos y siglos ha tenido a millones de seres a herrojados en su analfabetismo y su hambre, para mayor gloria de una Iglesia al servicio de todo lo degenerado; y para mayor provecho de una minoría, síntesis de toda podredumbre moral, física y espiritual, al servicio de un fanatismo de cafres, sin nexo alguno con ninguna norma de religión de pueblo civilizado.
Para unos y para otros, José Andrés Manso significaba la nueva aurora del campo salmantino. Los usureros e inductores de asesinatos del Bloque Agrario, que al iniciar nuestro camarada, hijo de humildísimos obreros, su brillante carrera de abogado apresuráronse a ofrecerle ese puesto de secretario que él rechazó con desprecio, conocían desde entonces, desde los primeros pasos del que había de ser, en todos los órdenes, defensor de los campesinos expoliados, su temple indomable. Gil Robles, que recogió anheloso y servil el cargo que Manso había despreciado, sentía frente a éste no sólo la enemiga José Bergamín.
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