Civil War

38 LIBERACION LIBERACION 39 Por mi suerte, otro jefe que llegó, más sutil y advertido, nos puso en la carretera, diciéndonos que huyéramos de allí. Habíamos pasado una noche de angustia. Yo, más que por mí, por los que me acompañaban, quienes por afecto se habían metido en esta aventura. Al día siguiente decidí salir de España. No me fié más que al Pío Baroja a punto de ser asesinado azar, pues los planes muy preparados siempre suelen fallar por donde menos se piensa. Me eché a andar por la carretera. poco me tropor unos requetés carlistas pecé con un auto. Lo detuve y pregunté si querían llevarme a de terminado lugar de la frontera. Aceptó. Pero cuando nos acercábamos a un puente surgió un carabinero y el auto fué sometido a cateo. La Voz. en su número del 19 de agosto de 1936, publica las si dónde van ustedes?
guientes declaraciones del famoso novelista Pío Baroja, hechas en Les dimos nuestras excusas y yo le dije que iba cerca del río. El carabinero repuso: No; usted es Pío Baroja y va para Francia. Me Hendaya. parece muy bien, don Pío, que se vaya cuanto antes. No están los tiem Pasaba el verano tranquilamente, como todos los años, en mi capos para caer en manos de esta gente de por acá. me facilitó el sa de Vera. El miércoles me dijo un amigo: usted que le gustan paso, haciendo la señal de la santa cruz.
estas cosas de la estrategia se le presenta una buena ocasión para ver si toman o no los carlistas los montes de Santisteban, de los que usted ha dicho alguna vez que eran de difícil escalo. Los carlistas van a intentar apoderarse de ellos para obtener el paso a Guipúzcoa, que les está cerrado. mí me agradaba la coyuntura de ver eso. Uno ya es viejo y, francamente, no creía ser testigo de una nueva guerra civil abierta como ésta. mí, que he pasado gran parte de mi vida escrihiendo las correrías de los hombres de acción por estas tierras, me inNo debemos asustarnos de lo que suceda en España, una vez teresaba la aventura, y fuí en el coche de un amigo.
vencida la rebelión de los militares sublevados. Ni debemos, tam Ahora bien: aquí empezaron las dificultades y las barbaridades. Los carlistas tenían tomado todo aquello con el mismo espíritu poco, obstaculizar los impulsos del pueblo victorioso. Mucho dolor de siempre. Se mantenían con el mismo furor con que los he dibujado y mucha sangre ha costado el ataque criminal de las derechas, paa lo largo de mis libros. Al llegar a la plazuela de un pueblo nos vimos rodeados por las boinas rojas. Era curioso el sentido decorativo ra que alguien pueda imaginarse que todo seguirá como estaba el de aquel nuevo ejército. Había tipos que eran perfectos inquisidores.
18 de julio.
Siempre recordaré a un viejo de cana cabeza y nariz afilada que tenía los signos exteriores de un inquisidor mayor. Miraba atentamente las La nueva organización social de la República; el abatimiento idas y venidas de aquellas gentes, cuando se acercó a nuestro auto económico de la reacción, la más cruel y la más cerril de Europa; una especie de teniente coronel, que preguntó. Va en este coche Pío Baroja? Sí; yo soy.
lo que venga, en todo caso, será siempre menos inhumano que Pronto nos rodearon los carlistas, y el jefe les largó un discurso, lo que hemos tenido: taconeo insolente de botas militares y humidiciéndoles poco más o menos: Ahí tenéis a ese viejo miserable, a Pío Baroja, que se ha pasado la vida escarneciendo a Dios y a la religión.
llación y miseria de las grandes masas trabajadoras.
Merecería la muerte por miserable. Salieron voces gritando que me mataran. Uno ya es viejo y poco le importa la vida que le resta. Las Luis COMPANYS, gallardías, a nuestros años, son fáciles, y me mantuve firme ante tal Presidente de la Generalidad de Cataluña.
provocación. Nos aprisionaron a todos. Francamente no veía la sali da a todo aquello, pues no creía que nos soltaran así como así. Fuimos hasta la prisión del pueblo insultados y vejados.
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