62 LIBERACION LIBERACION 63 Serena exposición de Pedro Albizu Campos sobre el drama puertorriqueño La situación de Puerto Rico, agudizada con el asesinato a sangre fria de varios patriotas de la isla, sigue ocupando la atención de los hombres de vanguardia hispanoamericanos. Desgraciadamente, como siempre ocurre en nuestros países, cuenta el imperialismo con el apoyo de nativos renegados, quienes con su actitud hacen más difícil la lucha en pro de la autonomía y los derechos inalienables de la raza indoespañola.
Tenemos a la vista el New York Herald Tribune del jueves 14 de mayo de 1936. encontramos en sus páginas un mensaje de Washington, fechado el dia anterior, en el que el doctor Blas Herrero, miembro de la Legislatura puertorriqueña, asegura que la solución de los problemas de Puerto Rico no está en obtenet su independencia, sino en que se permita la elección popular del Gobernador y su gabinete. Lo demás puede mantenerse como hasta la fecha, según el doctor Herrero cuyo grupo político es afiliado de la American Federation of Labor. porque la presente agitación se reduce a un grupo de descontentos y de estudiantes, que no llega siquiera al dos por ciento de los votantes.
Lineas abajo se refiere este Chamorro o Adolio Díaz puertorriqueño a la producción azucarera de la isla, que es la llave de la seguridad económica de Puerto Rico. Afirma que en esa industria trabajan ciento treinta mil puertorriqueños, e indirectamente muchos miles más. Detalla, por articulos, los porcentajes de tráfico del ferrocarril norteamericano que opera en su patria. asegura que los barcos de la marina mercante norteamericana transportan, anualmente, ochocientas mil toneladas de azúcar a distintos puertos de los Estados Unidos, regresando estos vapores con mercancías que son consumidas por los isleños.
Pero este criollo servil, este instrumento de la voracidad imperialista, este político que tiene tantos hermanos gemelos en nuestras tierras semicoloniales, no aprovecha las estadísticas que ofrece para defender a su pueblo, para servir a las grandes masas explotadas de Puerto Rico, sino para declararse aliado incondicional de las grandes compañías que acogotan a los borinqueños.
Para que se vea el contraste entre estos vendepatrias y entre los verticales varones que auscultan el corazón de América, y que sienten su dolor y se sacrifican por sus ideales, reproducimos la siguiente exposición del doctor Pedro Albizu Campos, Jefe del Partido Nacionalista Puertorriqueño, hecha en la prisión a un representante de la Prensa Asociada, y que dió a la publicidad el Diario de Costa Rica el 24 de mayo de 1936. Sesenta y ocho años ha que se fundó la República. Cuando el dia 23 de setiembre de 1868 proclamaron nuestros antepasados la independencia de España, solemnemente afirmaron que la revolución no se fundaba en queja alguna contra nuestra Madre Patria.
Puerto Rico era rico en nombre y en realidad; nuestra heredad cristiana había creado una familia modelo y una sociedad sólida; la Nación figuraba en la vanguardia de la moderna civilización. Grandes hombres en todos los campos de la conquista humana hacían honor a su tierra natal; mentalidades privilegiadas como Stahl y Tanguis en las ciencias naturales; Morel Campos, el genio musical; Oller y Campeche, maestros en la pintura; grandes pensadores como De Hostos; poetas inspirados de pura espiritualidad como Gautier Benitez; hombres de mar de la grandeza del Almirante don Ramón Power; soldados libertadores del Nuevo Mundo como el mariscal Valero y el general Rius Rivera; estadistas y patriotas nobles como Betances; directores espirituales de una nación generosa, hospitalaria y pacífica, como el Obispo Arizmendi.
Eran éstas las figuras prestantes en las legiones de grandes hombres y grandes mujeres de una nación que, durante tres centurias, había servido de base para desarrollar la civilización cristiana en las Américas. No debe olvidarse que una expedición de Puerto Rico bajo el comando de Ponce de León plantó la cruz en el continente de Norte América, en el 1513, cien años antes de fundarse Jamestown en Virginia.
Los fundadores de la República en el 1868 se batieron solamente por el principio de que ninguna nación será dueña del destino de otra nación. Este principio es la base del derecho internacional y de la civilización universal, y no puede violarse so pretexto de conveniencia alguna. La Madre Patria, España, la hidalga fundadora de la moderna civilización, reconoció este principio fundamental en las relaciones internacionales como lo exponían nuestros antepasados de 1868; y concedió a Puerto Rico su Carta Autónoma, en virtud de la cual las relaciones entre España y Puerto Rico habrían de ser reguladas por tratados, así reconociendo a nuestro país como una nación soberana, libre e independiente.
Este reconocimiento de nuestro lugar en la familia de naciones libres era irrevocable y obligatorio para todos los poderes, y nunca pudo estar a merced de las vicisitudes de las guerras de nuestra Madre Patria, ni de ninguna otra guerra.
El Tratado de Paris, impuesto por la fuerza por Estados Unidos a España, el 11 de abril de 1899, es nulo y sin valor en lo que atañe a Puerto Rico. Por tanto, la intervención militar de Estados Unidos en nuestra patria, es, sencillamente.
uno de los actos más brutales y abusivos que se haya perpetrado en la historia contemporánea.
Exigimos la retirada de las fuerzas armadas de Estados Unidos de nuestro suelo, como defensa natural y legitima de la independencia de Puerto Rico. No somos tan afortunados como nuestros antepasados de 1868. Ellos se batieron por el principio puro de la soberanía nacional. No tenían queja alguna contra la Madre Patria España.
Contra Estados Unidos de Norte América tenemos que radicar reclamaciones por indemnización por los enormes daños perpetrados sistemáticamente y a sangre fría contra una nación pacífica e indefensa. El balance comercial favorable de Puerto Rico durante los treinta y siete años de intervención militar norteamericana arroja, aproximadamente, cuatrocientos millones de dólares oro. De acuerdo con esa cifra imponente, Puerto Rico debiera ser uno de los países más ricos y prósperos del planeta. De hecho, la miseria es nuestro patrimonio. Ese dinero está en poder de los ciudadanos norteamericanos en el continente.
Cálculos conservadores sobre el valor financiero del monopolio comercial que nos impusieron los Estados Unidos por la fuerza, y en virtud del cual estamos obligados a vender nuestras mercaderías a los norteamericanos, al precio que a ellos les convenga; y además tenemos que pagar por la mercancía norteamericana el precio que nos quieran imponer los norteamericanos, arrojan una cifra no menor de quinientos millones de dólares oro.
Por supuesto, el resultado de esa explotación inmisericorde y de los abusos perpetrados sobre nuestra nacionalidad, queda patente con la pobreza universal, con las enfermedades y con la elevada mortalidad de nuestra población, la más alta en las Américas.
El setenta y seis por ciento de la riqueza nacional está en manos de unas Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.