20 LIBERACION LIBERACION 21 Actitud ejemplar de un grupo de damas panameñas El Infierno Verde y la originalidad Por ANTONIO ZELAYA Especial para Liberación La mujer en América Latina, tan ajena a sus derechos y a sus deberes ciudadanos, pareciera que no desea darse cuenta de la alta misión que está llamada a desempeñar en la actual transformación de la sociedad. Hay excepciones, afortunadamente. En México la revolución ha podido despertar de su letargo a la mitad femenina del género humano, que allí trabaja intensamente para ponerse a la par del hombre. En el Uruguay surgen a la luz pública brillantes mujeres de vanguardia. ahora en Panamá, dando así un alto ejemplo de decisión, tres distinguidas intelectuales, según datos que nos suministra El Tiempo del 16 de diciembre último, la doctora Clara González, doña Elida de Crespo y doña Otilia Arosemena de Tejeira, se han apersonado en la oficina correspondiente a reclamar sus cédulas de identidad personal.
Consideran con razón estas dignas señoras que tienen derecho, como panameñas, como ciudadanas, como seres racionales y conscientes nacidos en Panamá, de obtener esas cédulas y de llevarlas consigo, para cumplir con la ley, para evitar las sanciones que pueden aplicarse a quienes carezcan de tan necesario documento.
Pero aquí viene lo interesante, lo que hubiera sucedido también en Costa Rica, en Nicaragua, en Bolivia, en cualquiera otra de nuestras repúblicas retrasadas. El fotógrafo, empleado de la Oficina del Cedulador, se negó a tomar las fotografias de dichas damas, porque en su concepto la ley no en la letra sino en su espírituse refiere al sexo masculino. Ocurrieron entonces las tres señoras ante el Ministerio respectivo, alegando, con pleno conocimiento de la Constitución, que no era posible se les negara un documento indispensable para identificarse en numerosos actos de la vida diaria.
Sin duda que seguirán luchando con todo ahinco estas mujeres de la vanguardia intelectual panameña. Podrán salir airosas o derrotadas en su empeño. Pero lo importante no es su triunfo o su fracaso momentáneo, sino el hecho de que traten de saber a ciencia cierta en qué terreno se hallan. que una vez cercioradas de la realidad en que se mueven, inicien con esta clarinada oportuna, audaz e inteligente, la gran batalla que en defensa de sus derechos están obligadas a librar las mujeres comprensivas de América. Marin Cañas le distinguen, en el grupo de nuestros escritores, dos virtudes cardinalmente necesarias para que se le reconozca una superioridad visible o admisible: su animosa constancia en el trabajo que es en él una proyección de la confianza en sí mismo y en su obra y la virginal potencia de su inspiración, que se vierte con abundante prodigalidad en una forma audaz, sorpresiva, que a veces parece recargada y que lo es, en fuerza y razón de una extraordinaria riqueza de léxico y de inesperadas asociaciones formales, de frase y de concepto.
Ahora bien: en Marin Cañas encontramos, por la virtud misma del entusiasmo con que elabora su prosa de frases cortas, en casi todas las páginas de su Infierno Verde. cierta monotonía buscada, para darle mayor realce a aquellas imágenes y pasajes en que el hallazgo feliz es consecuencia inmediata de su facultad creativa, más fantasiosa que artistica, más espontánea que producto de un método o de una disciplina impuesta. De ahí que en esta obra de Marin Cañas lo admirable no es el verismo del relato. Se admira, por el contrario, precisamente lo que podría servir de motivo para descalificar el contenido histórico de la obra. Piensa uno que si el Chaco y el horror de la guerra en el Chaco, no son como los describe el autor, no por ello desmerece en intensidad, en potencia dramática, en propiedad y evocación, lo que es producto de la fantasía y que el novelista ha logrado crear como una realidad independiente de la que se desarrollara en la terrible lucha entre Paraguay y Bolivia Esta facultad de crear una realidad a despecho de los detalles que una observación directa podría proporcionar, que sólo habiendo estado sobre el terreno, en los sitios mismos a que se circunscribe la acción, fuera posible adquirirlos es caracteristica de los grandes creadores en la novela, que es ficción y no historia fiel.
Recuerda esto el apólogo de Oscar Wilde, del hombre que todos los días contaba a los vecinos de su pueblo que había visto una sirena que peinaba sus cabellos verdes con un peine de oro, a la orilla del mar, y a unos faunos que danzaban en un claro del bosque; pero el día que de veras los vió, al preguntarle los vecinos qué cosas había visto en ese día, contestó que nada había visto.
No existiria la historia si se exiigera que cada historiador sólo diera fe de los sucesos que hubiera presenciado personalmente o en los que hubiera tomado parte activa. Sería necesario descalificar a los biógrafos que escriben acerca de personas a quienes no conocieron en vida. El arte de un Thiers, de Thaine, de Michelet, que imprimieron un nuevo rumbo a la historia; o de un Morois, de un Ludwig, en la biografía, seria cosa despreciable y de poco valor. Los pintores del renacimiento italiano y español, que pintaban escenas de la Biblia, vistiendo sus figuras con ropas a la usanza de la época y no las que correspondían a los primeros años de la era cristiana, no habrían sido nimbados por el destello de inmortalidad que los redime de sus pequeños yerros contra el realismo histórico, subsistiendo sólo, por la fuerza de su belleza, la obra inmortal, la creación única, la consagración artística, que reEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.