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LIBERACION 12 13 LIBERACION El socialismo es la meta inevitable del régimen capitalista Por MIGUEL OTHON DE MENDIZABAL Envio para Liberación Peculado, Panamá. perdónenos el uso de este provincialismo el señor Ministro Lefevre coyotaje, llámesele como se quiera: el asunto está en pie y hasta este minuto se ignora lo que se hará para que los culpados no se rían a sus anchas, en amparo de impunidad.
Documentos se han exhibido, nombres se han dado, fotografías y recados han aparecido. se habla de tres personajes del Partido Radical. Pero también hay otros que merecen no sólo el estigma, sino el castigo infamante. se ha dicho. Bajo la monarquía no había esto. Había ministros absurdos. Había ministros cobardes. Había ministros idiotas. Sin embargo, no había esto, y el bueno de Sagasta, verbigracia, contaba alguna vez. mí pueden llamarme lo que quieran, pero jamás me llamarán ladrón. Vivo con un huevo frito.
Algún día, sí, algún día habrá de escribirse la historia del peculado en América Española. aparecerán revelaciones arduas, insospechadas. Ya se ha publicado algo de todo esto. Concesiones a compañías extranjeras con respuestas dadas por cheques al portador; testimonios de esbirros que se han arrepentido de haber colaborado con gobiernos de iniquidad, por ejemplo Adrián Vidaurre, uno de los testaferros de más peligro en tiempo de Estrada Cabrera; dádivas que han quebrantado peñas, como en la época de Machado; y los antecedentes que aún no se estudian muy bien, pero que dan idea del genio de ciertos proceres del peculado, como el que está unido al primer empréstito de Chile (Irisarri. como el que hizo sonar mucho el primer empréstito de México (Michelena. y luego los grandes negocios en tiempo de presidentes débiles que han permitido que las primeras damas de la República dicten órdenes y organicen sucios monopolios; y más tarde los banqueros judíos, a cuyo nombre se confiaron dineros que periódicamente salían para Londres o Nueva York y a la muerte del verdadero depositante no se volvió a saber qué se hicieron aquellos milloncejos.
BUENOS AIRES Lo anterior es la historia viva, sangrante. La otra es la historia dichosa, lirica, la que requiere la voz del poeta en el paraninfo, la que busca el motivo lírico para hacer recordaciones gloriosas.
He aquí que la ciudad de Buenos Aires, prez y orgullo de nuestra América, va a celebrar, el de febrero de 1936, el cuarto centenario de su fundación por don Pedro de Mendoza, el olvidado. el andaluz intrépido que en pos de las hazañas de Solís y de Cabot que fracasaron en lo anónimo, pudo llegar frente a la fabulosa Sierra del Plata y echar las bases de la que seria metrópoli magnífica a la que concurren, como si tuviese en sus manos los destinos de muchas razas, los estremecimientos creadores de la Rosa Náutica. La Comisión organizadora de las fiestas que están preparándose en aquella ciudad, para conmemorar la fausta fecha, ha lanzado un manifiesto en el que dice: El pueblo argentino, al glorificar con toda justicia a Juan de Garay, no ha tomado en cuenta sino el éxito, y se ha ovidado de los sacrificios y sufrimientos inmensos de los hombres de don Pedro de Mendoza. La historia ahora hace justicia, y al recordar el nombre de este conquistador, contribuye a que la gloria de Juan de Garay sea aún más pura y desaparezca de su alrededor esa sombra de injusticia que podria envolverla. En la Comisión resplandecen los nombres de Ricardo Levene, Emilio Ravignani, Carlos Correa Luna, Alfredo Palacios, Enrique de Gandia, Rómulo Zabala y otras personalidades de clara significación y prestigio.
Una hazaña como la de don Pedro de Mendoza viene a esclarecer los orígenes de estos pueblos de América, que tienen en su confuso sedimento la levadura épica del verdadero pueblo español.
El socialismo es la meta, la estación terminal a la que tendrán que arribar todas tas sociedades de estructura capitalista, impulsadas por el motor universal del desarrollo dialéctico de la historia: la lucha de clases.
Todas las naciones, todas las sociedades, quieranlo o no, sépanlo o no lo sepan, recorren rápida o lentamente, con entusiasmo o con angustia, la inevitable ruta.
Unas, como Francia o Inglaterra, se han detenido temporalmente en estaciones intermedias, por obra de su peculiar organización económico social; otras, como Italia o Alemania, han tomado el escape del fascismo con ánimo de eludir o retardar, por lo menos, la hora de llegada; pero el antagonismo de clases, acallado solamente en sus manifestaciones externas por la violenta represión, al presentarse la primera vicisitud internacional de carácter grave agudización de la crisis o guerra las obligará a recorrer con mayor velocidad la via directa hacia la estación terminal: el socialismo. Por qué el socialismo es la meta inevitable de las sociedades capitalistas? Porque, como consecuencia del intenso desarrollo industrial, base del poder económico y del influjo politico de la burguesía, esta clase privilegiada, siempre en disminución relativa, ha creado al proletariado, la clase antagónica, siempre en aumento, que a través de la pugna ya centenaria por sus reivindicaciones: reducción de la jornada de trabajo, elevación del salario, reglamentación del trabajo de los niños, asistencia y seguro social, ha adquirido una perfecta conciencia de sus intereses temporales y permanentes; y, finalmente, de su poder irresistible cuando en una escala nacional y más aún internacional, unifique su acción por y para su clase.
Porque la concentración y la centralización de la producción en unas cuantas manos, cada día menos, debido al enorme incremento de los monopolios y al proceso eliminador de los trosts, proletariza a los artesanos, a los profesionistas, a los pequeños industriales y comerciantes, quienes, decepcionados ya de llegar a incorporarse a la gran burguesía, comienzan a comprender que sus verdaderos intereses son afines a los del proletariado, al que fueron, son y serán incorporados por el simple funcionamiento de la producción capitalista.
Porque, no obstante el régimen del monopolio, la concurrencia mundial obliga al capitalismo a producir mercancías cada vez más baratas y en mayor cantidad, para lo cual no tiene otro recurso, que reducir los costos y aumentar la producción, haciendo descender el nivel de los salarios, tan miserables ya, que aceleran la muerte del trabajador por exceso de trabajo y escasez de alimentos y le impiden su normal reproducción biológica, como ocurre en las sociedades más prósperas y mejor organizadas, perfeccionando sin cesar la técnica de la producción Porque el perfeccionamiento de la técnica y la maquinización sistemática de todas las actividades, dentro del rigido régimen capitalista, cuya finalidad suprema es la ganancia, crea automáticamente el problema de la desocupación, cada vez más México, enero de 1936.
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