EngelsMarxSocialismSocialist Party

74 LIBERACION LIBERACION 75 La realidad social panameña Por el Dr. Demetrio Porras, Secretario General del Partido Socialista de Panamá Especial para Liberación Marx enseña que son las condiciones económicas las que determinan la acción de los hombres. y que estas condiciones económicas, en relación con los pueblos, son determinadas a su vez por otros factores. La base, dice Engels, es la situación económica, pero los diferentes momentos de la transición, las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones impuestas por la clase vencedora después de la lucha, las formas de derecho y aun los reflejos de todas estas luchas en el cerebro de los participantes las teorías políticas, jurídicas y filosóficas, las concepciones religiosas y su desenvolvimiento hasta llegar a sistemas dogmáticos tienen influencia sobre el desarrollo de las luchas históricas y determinan en muchos casos su forma.
Un país rico en minerales será industrial; un pais con un suelo fértil, será agricola; un país con puertos, radas, estuarios, etc. será un pais marítimo; un país en donde predomine la montaña se encontrará sin intercambios. Es decir, que la naturaleza también influye en la estructura económica de los pueblos, lo que a su vez actúa sobre la manera de pensar y de sentir de los hombres que forman ese pueblo.
Panamá, sin minas, sin hulla blanca o negra, por consiguiente sin fábricas; con un clima en extremo lluvioso durante el invierno (40 pulgadas de agua anual de término medio) y demasiado seco durante el verano; con montañas virgenes en donde los árboles, como el guayacán o el choibá, rompen el hacha y sólo la dinamita logra doblegarlos; en donde la manigua atropella inmisericorde al campesino que cultiva la tierra, no es ni puede ser un país industrial; tampoco agrícola. Panamá, estrecha, larga y sinuosa faja de tierra, con un mar sembrado de islas, con radas profundas, puertos anchos y bahias bellisimas, puente del mundo, encrucijada de las vías internacionales, no es ni puede ser más que de estructura económica comercial. Ni Corinto en la antigüedad, ni Suez, ni Bizancio en la edad moderna, pueden compararse con Panamá, fiel de América y eje maritimo del mundo. Su balanza comercial deficitaria está demostrando esta afirmación. El movimiento de importación alcanza a catorce millones de dólares, por cuatro millones de exportación, lo que establece un desequilibrio en su balanza comercial de diez millones, que tienen que ser absorbidos por las exportaciones e importaciones invisibles para equilibrar su balanza de cuentas.
Por esta razón el mercado comercial de Panamá se ha desarrollado enormemente. Almacenes de todo tipo que van de la mercería modesta de barrio hasta el gran almacén estilo Louvre o Harold s, en donde la ley de la concentración y la integración económica demuestran su máxima potencia, al mismo tiempo que confirman elocuentemente las conclusiones de Marx; o los bazares indios y las sederas chinas, maravillas de las mil y una noches, en donde el turista se extasía y vacila entre un perfume raro, sugeridor, y un bibelot fantástico, y en donde el viajante sobrecogido ante las maravillas del comercio panameño, ante la brillantez de su avenida central, aturdido por el tráfico intenso de sus principales arterias, mareado por sus palacios, impresionado por sus teatros, por su lujo y sus luminarias, piensa que este pais es feliz, próspero, donde no hay problemas sociales, donde la vida se desliza suavemente, sin choques y sin violencias, donde el obrero vive bien y el campesino, como el campesino de Francia, es feliz e ilustrado, cultiva su parcela de tierra y conoce los más modernos implementos de labranza.
Pero ¡cuán lejos está este concepto simplista de la realidad panameña! Si en lugar de recorrer las bellas avenidas, los grandes almacenes, sus teatros, sus Institutos; si en lugar de charlar con los intelectualoides panameños, personajes de relumbrón, poetas o periodistas de avanzada. en el presupuesto del Estado capitalista, el viajero recorriera los barrios de Guachapali o del Chorrillo, San Miguel o Calidonia, Granillo o Javillo, o hablara con el carretillero del Marañón o el pescador de anzuelo de Barraza, vería consternado cuadros tétricos, apocalípticos, dantescos, dignos de la pluma de un Gustavo Doré. Casas sucias que son pueblos, cuartos estrechos, obscuros, donde el aire es raro y el sol más raro todavía. Cuartos en donde la carne humana se amontona hacinada en promiscuidad terrible. Cuartos que son, a un tiempo mismo, recámara, cocina, sala, comedor. Cuartos lóbregos, tumbas anticipadas para la clase pobre donde la tuberculosis hace estragos entre los niños y los jóvenes. En la ciudad de Panamá hay seis mil casos de tuberculosis. En donde el hombre sin trabajo viene cansado, hambriento, a menudo ebrio, ebrio para engañar el hambre, para no el dolor de suyos, para ahogar la protesta, el gesto o el grito de rebeldía. Para no enfrentarse al casero inhumano que lo atisba en la penumbra sórdida de los callejones escatológicos y hediondos, con intenciones de lanzarlo a la calle, arrojándole del cuarto, que es tumba, los pocos trastes viejos porque no le ha pagado los cinco o los diez dólares del alquiler. Si ese viajero se adentrara en el campo en donde vive, labora y sufre el campesino panameño, sin tierras, sin instrucción (sobre diez mil cedulados en la capital nueve mil eran analfabetas. minado por las fiebres, infectado por la usinaria, lleno de tricocéfalos o ascárides, explotado sin misericordia por alguno de los setenta terratenientes dueños y señores de las tierras panameñas, latifundistas sin escrúpulo, cuyos feudos son murallas inaccesibles al progreso de la República y que esperan la vergüenza de una compañía imperialista como la Goodyear Rubber Company o la United Fruit para negociar SUS tierras! Mientras ese dia llega, espolian al campesino cobrándole diez y quince balboas anuales por el alquiler de una hectárea de tierra que trabajará para otro y de donde mañana será arrojado inicuamente por el AMO, en brutal complicidad con las autoridades burguesas, dejando en ella todo el fruto de su labor larga y penosa, mientras los señores feudales pasean cinicamente sus vicios y depravaciones por los casinos y Sodomas de Europa, bebiendose en lúbrico champán la sangre y las lágrimas del montuno y del cholo panameños.
o bien están allí las compañías imperialistas que no sólo succionan la riqueza nacional, en las ciudades, con la gasolina de la Standard Oil y de la Royal Deutch, y con la luz y fuerza y los transportes de la Bond and Share, sino que también esclavizan al obrero agrícola que trabaja para la United Fruit Cº y para la Panama Corporation, pagándole la miseria de veinte centavos por jornada de 14 horas forzadas, entre bananales sombríos, entre hoscos y tupidos taguales o entre enmarañados plantios de caña o peligrosas caucheras en donde la muerte acecha a cada instante con la malaria y sus serpientes, con las fieras de tierra y las tormentas del cielo al peón panameño. Peón oprimido físicamente por el sol canicular de nuestros trópicos y, moralmente, por el trato cruel, abusivo y brutal de serviles capataces, reducido a la condición de paria, de ilota que gime en la más indigna esclavitud, no obstante afirmar flamantemente nuestra escarnecida Constitución que no habrá esclavos en Panamá; y que, siéndolo, el que pisare territorio panameño quedará libre.
Esta es la realidad panameña, realidad terrible, que analizada, estudiada y denunciada por los socialistas, justifica plenamente su existencia como Partido de clase y motiva la acción revolucionaria de las masas trabajadoras. Ello explica, además, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.