Socialism

56 LIBERACION LIBERACION 57 one NAC SAN JOSE TECA ACION AL El peligro que corre Costa Rica se la mano y aguza el oído. Echa a andar, con los ojos abiertos, como si caminara hacia la batalla. Lo sigo.
Me enlazo a él para que no caiga. Va tambaleándose. Con las manos agarrotadas, camina, camina. Caminamos como locos, brincando los matorrales, esquivando los troncos rotos de quebrachos que ha tumbado el rayo. Ezcarru avanza, pero tropieza mucho y se cae. Se ha quitado la guerrera y la tira. En el torso desnudo le veo los músculos estirarse, saltar hinchados en el enorme esfuerzo. Grito. iiZavala. iZavala. Nadie contesta. La selva, en la noche, parece que trota con nosotros. Conforme avanzamos, los matorrales surgen de la sombra, los cactus echan a correr, los samohús se hunden en la distancia. Trotamos y grito: Zavala. Zavala. No nos oyen. Nos hemos perdido. Estamos solos. Ezcarru comienza a sudar sangre. Enciendo luz y la apago para que el pobre muchacho no se dé cuenta. El sudor le llena el torso, le resbala en la boca, le resfresca las ingles y las axilas. El se pasa la mano por el torso y chupa después de la palma de la mano. Da un tropieza en un tronco de algarrobo que no ha visto. Ya no ve.
Avanza a ciegas. Un ronquido, el de la muerte, se le pega en la garganta. Tambalea y no avanza. Ya estamos en Boquerón, Ezcarru. Hay que ser héroe! le grito. Me vuelve amirar; pero no me encuentra. Hace un esfuerzo para avanzar y trota. Pero ya no es él. Su cerebro está perdido. Corre como un loco, a tientas, tambaleándose, arrastrándose a veces. Lo pongo de pie. Lo ayudo. Lo animo. Va llorando. Llora con un hipo derrotado. Es un resoplido que no le sale a la boca. Se le queda en los bronquios. Ezcarru; tienes que llegar a Boqueron; tienes que llegar a Boquerón! Mueve la cabeza, que se le bambolea sobre los hombros; da un traspiés y se queda guindando sobre las astillas de un tronco de quebracho. Ezcarru. Ezcarru. No oye. Me acerco a la nariz. La tiene hinchada.
Los labios están morados. Un chorro de sangre le resbala entre los dientes. La sangre se enfria al salir. Se ha quedado tronchado como un bejuco roto. Lo mató la sed. Lo mató la ciénaga, el río, la chumbé que se encuevaba en los zarzales.
Estoy solo en medio de la gran desolación del desierto. La selva aúlla, con estertores que dan tumbos. Un miedo, un miedo que me sube de los pies, que me eriza la barba, que se me mete en los huesos, que me enfria la epidermis, se apodera de mí. Todo gira y baila como si estuviera en el centro de una gran pesadilla. No ha amanecido. Las estrellas se alejan, se acercan, se apagan, se incendian. Ezcarru. Ezcarru. No oye. Está tieso. Al palparlo noto que la sangre del tórax se le ha enfriado. Siento en las palmas de las manos la alegria feroz de aquel líquido frío, y me lo paso por la cara, resecada y ardiendo.
Recojo el cuerpo del soldadito y me lo echo a la espalda. Así camino. Camino y grito. Zavala. Nadie contesta. El silencio rebota su sinfonía gorda en los ámbitos de la pampa. No puedo con el peso de Ezcarru. El Chaco nos tragará a los dos.
Lo tiro. Rueda pesadamente, trágicamente. El desvario de la contornada se me filtra entre los nervios y arranco a correr como un loco, dando saltos, huyendo de mí mismo, del ruido de mis golpes contra la selva, contra la noche. Zavala. iiZavala!! Soy un aullido más entre el aullido sordo de la locura del Chaco.
Hemos insistido en la necesidad de que el Gobierno costarricense abra los ojos, haciéndole ver que la llamada carretera interamericana sólo tiene fines estratégicos. Nuestros compatriotas parece que no se dan cuenta de la realidad. Pero informaciones cablegráficas publicadas hace pocos días es probable que muevan la indiferencia en que vivimos. De acuerdo con la Associated Press. el general norteamericano Charles Sherrill, al regresar de Europa, ha recomendado a las autoridades de Washington que se hagan negociaciones con Inglaterra, Francia y Holanda, de manera que dichas potencias renuncien a sus colonias en el Mar Caribe. propone además el eneral Sherrill que a cambio de estas colonias se liquiden las deudas de guerra.
Coinciden las proposiciones del citado general con noticias sensacionales en las que se afirma que la administración norteamericana está pensando, seriamente, en la conveniencia de garantizar sus intereses en el Canal de Panamá, más que en ninguna otra época, teniendo en mira controlar también el Golfo de Fonseca y cualquier ruta interocéanica a través de Centro América, para lo cual deberá negociarse con el Gobierno de Costa Rica la creación, en territorio costarricense, de un enorme campo en el que puedan concentrarse tropas norteamericanas, así como la cesión formal de la Isla del Coco y de otras bahías en las que puedan establecerse bases navales.
Mientras leemos estas noticias nos llega carta de Panamá, de la cual entresacamos los siguientes párrafos: Acabo de leer la relación de las sesiones de los comisionados que están negociando el nuevo Tratado del Canal. Nuestras justas reclamaciones son desoídas. Nuestros comisionados luchan tesoneramente y con valor, pero los norteamericanos únicamente ceden en cosas que tienen importancia secundaria, en cláusulas comerciales, pero en lo fundamental, con amenazas, piden más de lo que ya tenían. Sólo un cambio completo en la organización política de los Es.
tados Unidos, un cambio hacia el socialismo, podrá cambiar nuestra situación lamentable, pues no creo que el pueblo de aquel país abrigue sentimientos similares a los de su Gobierno, con exclusión de los habitantes de la Zona que son nuestros peores enemigos. En las últimas conferencias del curso de verano tuve oportunidad de ofr al doctor Shaw, enviado de la Universidad de Columbia, pronunciarse francamento en contra de la actitud de Sumner Welles, principal factor de la política de explotación y de intervención de los Estados Unidos en nuestras repúblicas.
Lo que está ocurriendo en Panamá, las sensacionales informaciones transcritas, el encontrarse en Costa Rica los ingenieros de la Carretera Interamericana, el mantenimiento del Tratado Bryan Chamorro, no obstante haber sido declarado nulo por la Corte de Justicia Centroamericana, y tantos otros hechos elocuentes del imperialismo norteamericano en los últimos meses, respaldan ampliamente la voz de alarma que ha dado esta revista.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.