51 LIBERACION LIBERACION Queremos enloquecer. Avanzar sin avanzar es vivir dentro de una pesadilla.
Se engaña. Me ha mentido, para engañarse él. El frio le viene de dentro. TiriA veces todos pensamos que no hemos adelantado un paso. El matorral y las esta. Le echo el brazo por debajo de los hombros y lo ayudo. Nitsuga hace lo mismo.
pinas. El claro. El desierto rojo. Los totolares que refrescaban la visión plana Está con un ataque violento de las fiebres que lo han ido mordiendo. Zavala viene de la lejania han desaparecido totalmente, y la ausencia de pirizales nos aumenta al grupo y lo anima con dos palabrotas gruesas que restallan en la noche. El pobre la sed. Una amanecida más. Otro día igual. Las cantimploras se han vaciado y ahoEzcarru arastra los pies, se estremece, brinca sobre el suelo y avanza. Nos hemos ra no habrá agua hasta el fortin Rivas o hasta Boquerón.
ido quedando rezagados. Nitsuga lo suelta y Zavala y el indio dan saltos para al. Vamos a Rivas? No. Zavala ya no habla. Debe de tener la lengua pegacanzar al último hombre de la columna. El teniente me ha ordenado que acompada al cielo de la boca. Un barbiquejo azul le ensortija los labios, que se le han ñe y ayude a Ezcarru. Tienes que poder, Ezcarru. Quiere contestarme; pero el frio hinchado. Iremos directamente a la batalla. Ya la oímos. Anoche Ezcarru vino no lo deja hablar. Da diente con diente. Como su cuerpo se pega contra el mío, pera mi lado y me agarró de un brazo. Aguzamos el oido. La quietud y el silencio se cibo el vibrar de las carnes. Tropieza y cae. Tendido, intento levantarlo, pero no me hinchaban con un sordo rumor de cañoneo, como si la noche se hubiera trocado en dan las fuerzas.
un gigantesco caracol. Vamos, arriba muchacho! Ezcarru, vamos; hay que caminar. No conSon las cuatro cuando salimos. Antes de partir, Zavala ordena que comamos.
testa. Tirita. El fiebrón se le viene encima, como si le hubiera arrimado un fósEl tasajo lo han repartido en la punta de un bejuco, y lo engullimos vorazmente.
foro. Poco a poco cede el frío y se va encendiendo en una temperatura horrible.
Ezcarru me dió su parte. No quiere comer. Se siente mal. Temo que le vuelvan. Estás mejor? Me mira. Enciendo fuego y lo veo rojo. Abre los párpados, las palúdicas. Después de la engullida los hombres han taladrado la noche, que se abotagados, y le veo los ojos, embrutecidos por la fiebre. Tiene en las retinas una enreja con los bejucos, brazos implorantes con los que el suelo pide agua.
mirada de buey.
Caminar. Otra vez la obsesión. No hay que perder un átomo de energias. No. Ya estamos en Boqueron! dice. No le contesto. Está delirando. De pronto hay que pensar. No hay que mirar. No hay que rebelarse. No hay que sentir la grita. No grita. Relincha. La columna se ha perdido entre la selva.
cólera que hierve dentro. Hay que caminar. Es necesario darle a las piernas, sin. Oiga. Qué? Ezcarru, Ezcarru! No me oye. Delira. Cree oir el relincho descanso, sin tumbarse boca arriba, como allá en las praderas del Caa Guazú. Rodel potro. El mismo imita el trágico alarido de la selva. De pronto se pone en pie.
cas, polvasales, matorrales. El Chaco no tiene caminos. Todo es igual. No impor ¡Agua. Quiero agua. Quiero agua. Comprendo que es el momento de hata ya lo que rodea. Hay que despegarse de la selva, huir de su locura, verticalicerlo avanzar. Lo cojo de un brazo y doy una zancada. El me sigue. Va loco. Va zarse contra los tumbos de la jungla. Hay que cerrar los ojos, que se quedan prendelirando, en un esfuerzo sobrehumano de su carne rota y trepidante.
didos en las espinas de los cactos. Hay que huir, huir siempre, huir hacia adelante. Vamos, Ezcarru, vamos. Animo! Que la columna va delante. Ya falta poco, No tenemos agua. Desde anoche se nos agotó. Zavala ha dicho que en Boqueron Ezcarrul Mis palabras le alientan el subconsciente. No contesta; pero le oigo el hay agua, y esto nos ha bajado una fina estria de fuerzas por los tendones.
ronquido con el cual trabajan su carne, sus huesos, sus nervios en la tensión de Ezcarru me ha pedido agua. Le digo que no tengo. El muchacho está nervioavanzar.
so. Camina a saltos, pero tropieza mucho y se cae. Nitsuga le dió la última gota. Vamos, muchacho, vamos. Hay que llegar a Boqueron! Abre la boca y que tenía. Agua!
absorbe el viento del desierto, calidón y polvoso. Tose. Tose con un tosido que le Antes de que amanezca, todos los hombres tienen ya los primeros toques de desgarra los bronquios. Da un tropiezo y caemos los dos. Doy con la cabeza contra una locura estática. Delmonte se acerca y me aprieta un brazo. No llegaremosun bejuco astillado y me rompo la frente.
dice el sargento Zavala se ha vuelto loco. Sólo los indios tienen las piernas de Agua! El grito de Ezcarru no le sale de la boca. Le sale de las venas, de ese teniente.
los huesos, en donde llevamos pegado el ardor del dia.
Tiene razón Delmonte. Solamente los indios tobas y algunos pilagaes que vie 11 Agua. Se ha levantado y atraviesa un matorral espeso. Se me escapa.
nen con nosotros soportan el trote inmisericorde. Las amberés que antes adornaban Me lanzo tras de él.
los matorrales han desaparecido, y ni siquiera queda la esperanza de meter las ma Ezcarru, Ezcarru. No me contesta. Corre desaforadamente, perdiéndose nos en el vientre de algún teyú, que tanto abundaban en las ciénagas del Pilcomayo.
entre la selva. Da un tropiezo y se voltea sobre la arcilla, como si se le hubiera queNadie lo dice; pero todos vibran en una misma locura. Ya la obsesión de camibrado el alma. De pronto suena un grito. Lo alcanzo, lo levanto. Me muestra la nar se ha entrelazado con la cosesión del agua. Antes de que salga el sol los solmano, tiesos los dedos, abierta como un espinar de los matorrales.
dados abren la boca y chupan el viento de la amanecida, que, aunque cálido, trae. Qué es, Ezcarru. Qué es. Ezcarru? Rompe a llorar. Le cojo la mano. Enalgo húmedo para las gargantas.
El día gravita pesadamente. Aunque queramos, es imposible avanzar. ΕΙ ciendo luz. La veo. Tiene en el dorso dos gotas de sangre apelmazadas con el sudor se ha concretado. No sudamos líquido. Sudamos un barro integrado por polvo. Está horripilado. El se da cuenta. Me doy cuenta también yo. Da un grito el polvo y por el líquido que exudan nuestros músculos. No nos quedan fuerzas.
de horror, un grito agudisimo, como un relincho.
Ni un pirizal hay en los contornos. Nos tumbamos bajo el sol, derrotados y rotos.
Entre las zanjas suena el ruido de la coral, que huye después de haber clavado No es posible erguirse. Los palmares huyeron hacia el Sur. En la Naturaleza nada sus puntas en la mano del muchacho.
se atreve contra el sol. Todo es enano, y hasta los samohús que quedan están más Cojo a Ezcarru de un brazo y lo arrastro. Es necesario huir, huir, trotar en la hinchados en el tronco que los septentrionales.
selva para alcanzar la columna. Zavala tiene suero; pero hay que llegar hasta ZaHemos pasado el día quietos. Ni un paso. Al caer la noche nos anima la esvala antes que la muerte llegue al corazón de Ezcarru. Le obligo a caminar.
peranza de que el frio vuelva a pegar saltos por entre los matorrales. Ezcarru, Ezcarru; hay que alcanzar la columna! No me entiende. Se lo griEzcarru camina cada vez menos. No le veo la cara, porque la noche está esto en el oído. El muchacho tiene la mano cogida entre los garfios de la otra mano y pesa; pero en los surcos del rostro se le han metido las sombras, y es ya una másse la mira horrorizado. Comprendo que no es posible convencerle de que avance.
cara de sí mismo. Tengo frío. Frío del Chaco, o de dentro? Del Chaco. Ya estamos en Boquerón. Oye el cañoneo, óyelo, Ezcarru! Deja de mirarEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.