LIBERACION 11 10 LIBERACION Preámbulo de un artículo que podría resultar muy largo Por FEDERICO TUNON Especial para Liberación prestar elementos decididos y eficaces a la lucha, sin detenerse ante diferencias adjetivas de sexo, cuando se hallan en la balanza valores de tanta significación para el porvenir. Quién despertará a esta gran masa, si la maestra, si la trabajadora social están ellas mismas sumidas en el letargo de la indiferencia, o peor aún, en el sopor de la inconsciencia? El concurso de la mujer es pues imprescindible. Sería un grave error obligarla a desentenderse de las cuestiones sociales en vez de ir cada día ampliando el radio de su influencia debido a que no se le ha hecho completa justicia y se le niegan derechos y responsabilidades. Por el contrario, la gravedad del momento histórico debe despertarla a la consciencia de mayores responsabilidades; y su empeño debe ser más decidido y tesonero. Ningún campo debe serle vedado a su inteligencia y energías.
Si madre, esposa o hija, su poder trascendente de sugestión, su fuerza de intuición, su influencia decisiva y misteriosa en el querer del hombre, le imponen el deber de comprender la fría realidad presente, para resolver, inculcar o empujar a decisiones positivas en beneficio general a quienes tiene a su lado, cuando no le sea concedido a ella misma ejercitar sus poderes de acción.
La mujer representa la mitad del género humano; y cada omisión suya en el esfuerzo y en la lucha por el bienestar de la humanidad es una merma considerable en el aporte general al progreso. Hay que conocer ampliamente, profundamente, lo que significa ser mujer; su fuerza poderosa, misteriosa, embrujadora. Hay que comprender el hondo problema humano en su histórico penar. Hay que visualizar con base científica la solución de ese problema, para sentir con fuerza, para querer y proponerse. Pero su labor no consistirá sólo en ayudar al hombre a resolver y llevar a cabo esas transformaciones gigantescas; la mujer misma tiene que proceder por su cuenta a acelerarla; esa es parte de su responsabilidad.
Esta es la verdad que la mujer preparada y consciente debe agitar como bandera y gritarla a las multitudes. Esta es la verdad que la mujer preparada y consciente debe predicar constantemente, hasta inculcarla en el espíritu de todas las de su sexo y hacer de ella parte de la conciencia colectiva de los pueblos. La mujer esclava, la mujer juguete, la mujer niño, viviendo a espaldas de la realidad, a obscuras de los graves problemas que la afectan a sí misma como parte integral del género humano, no tiene razón de existir: es un anacronismo destinado a desaparecer rápidamente. Sus rezagos vivientes en nuestras colectividades retrasadas de la marcha general del problema, deben ser redimidos aun a despecho de sí mismas, como se lleva el niño a la escuela sin su voluntad; y como se conduce el enfermo al hospital aun sin su consentimiento: sobre todo cuando su mal es o puede resultar contagioso.
La mujer de América ha entrado en su mayoría de edad, consciente de que en el hogar y fuera de él, como las circunstancias lo demanden, tiene una misión que cumplir, misión que no es ni superior ni inferior a la de ningún otro mortal, sino que como ser humano pensante y consciente, es igual a la de sus semejantes. Ni diosa, ni ángel, ni juguete de nadie! Mujer y sencillamente mujer; es decir, sér humano responsable y consciente, con sus dos plantas asentadas firmemente en el suelo de nuestras realidades y la mirada fija en las visiones y perspectivas del futuro humano.
Si la hora presente es grave para todos, ha de serlo igualmente para la mujer.
Si sus inquietudes están a tono con las del momento, es preciso que su esfuerzo individual y colectivo en todos los campos de las actividades humanas, la industria, el comercio, las profesiones liberales y el hogar den muestra de esa inquietud en forma que haga honor a las dotes intelectuales que, como a todo ser humano, nos ha conferido el destino. mi no me asustan las ideas nuevas, decíame hace días un viejo liberal, con gesto que quiso ser de tolerancia; mas en el que se advertía un pesar, duramente reprimido, por haber enarbolado con impetu excesivo el mitológico pendón de la libertad. Pero me disgusta el injustificado desprecio de los jóvenes por los valores auténticos de la generación de la cual formo parte. Esta queja, resumen del sentiniento de un grupo de hombres que se creen subestimados por la generación que ha de heredarles en la república, plantea inmediatamente una serie de cuestiones de urgente solución, porque la insistencia del reclamo obedece a la irresolución para liquidarlo definitivamente. Siempre que el tono de una polémica en que individuos de dos edades diferentes trataron de aclarar cuestiones ideológicas, se matizaba con la ironía que da la seguridad en los propios argumentos, agrandados por la debilidad de los del contrario, el coro de espectadores que simpatizaban con la vejez se mostró desagradado, por la irreverente arrogancia con que el muchacho blandía sus argumentos, Desconociendo, muchos de ellos, que en el mundo se han dado cita, para combatirse, dos sistemas que suponen ideologías diferentes; que la vieja estructura social, en trance de disolución, ha movilizado todos los combatientes de que podía disponer; que sólo presenciaban el eco apagado de una disputa que tiene su escenario en otras latitudes de gran tradición cultural, estimaron asistir al diálogo en que un interlocutor debía ser castigado por irrespetuoso. Los jóvenes panameños, dijeron, no respetan a sus antecesores. El desvío es evidente. Pero no se trata, ya explicamos, del duelo entre dos generaciones. Sin embargo, interviene en este caso un ingrediente cuyo análisis ensayaremos.
Los jóvenes preséntanse a la preocupación pública con esa avidez de conocer que se resuelve, al primer instante, en interrogaciones. Cuál es la verdadera realidad panameña? más exactamente. Cómo vió la generación republicana la realidad panameña? al plantear el cuestionario le responde un coro de voces sorprendidas de que semejantes preguntas pudieran formularse. Efectivamente, no han cumplido su deber histórico. Si se separan unos pocos, cuya exigüidad es tan manifiesta que no puede invocarse la clásica excepción confirmatoria, los hombres que vivieron el ciclo precedente descuidaron el campo de las investigaciones más elementales: ni políticas ni sociales, ni históricas ni artísticas. Preguntamos, si es necesario. Cómo vió la generación pasada el problema de las tierras en Panamá. Cómo han visto nuestra historia desde el descubrimiento hasta la fecha. Qué nos dicen de nuestras luchas sociales? si el país se ha consumido en estériles luchas políticas. cuál es el motor intimo de esas luchas. Cuál es la topografia de nuestro país. Cuál nuestra flora, cuál nuestra fauna? responderán mostrándonos, tal vez, esa lamentable y elemental Historia de Panamá, o las geografias de Kindergarten, o exhibiPanamá, noviembre de 1935.
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