Vicente SáenzWorld War

58 LIBERACION LIBERACION 59 Empréstitos y Concesiones Por VICENTE SAENZ. Los mismos banqueros de que ya el lector tiene justa y cabal noticia, por haberme referido a ellos en las primeras páginas de este libro, al comentar su contrato con Adolfo Díaz, del 21 de marzo de 1927. Los mismos que después empezaron también a operar en Costa Rica, Perú y otros países del Sur. los mismos que jugaron al escamoteo con los tres millones de dólares que produjo el Tratado canalero BryanChamorro. De acuerdo con las estipulaciones de los empréstitos citados, de millón y medio de dólares el primero, y que con el aumento de varias partidas subsiguientes apenas llegaron a millones 200 mil dólares, sin que el dinero saliese de la caja fuerte de los prestamistas, Nicaragua tuvo que pignorar a favor de Brown y Seligman todas las rentas de aduana y todos sus demás ingresos fiscales.
Mas no era bastante con la pignoración. Había que garantizarse de hecho y no solamente de derecho. Entonces los banqueros, para seguridad completa de sus inversiones. nombraron y pusieron en Nicaragua, por cuenta de la república, un recaudador norteamericano escogido por el Secretario de Estado de los Estados Unidos; tomaron el control y la administración del Banco y del Ferrocarril nacionales, libres ambas empresas de todo impuesto o tributo de cualquier especie; y en su carácter de depositarios de los ingresos fiscales recibían las rentas y las trasladaban a su propio banco de Nueva York. Cuando el gobierno nicaragüense necesitaba hacer pagos urgentes, de los fondos de la nación se le hacían adelantos. cargándole intereses. De Rompiendo Cadenas, México, 1935)
En materia de empréstitos a Hispano América las cuentas parecen cuentos. Ciertos contratos que algunas de nuestras repúblicas han celebrado con prestamistas del Norte son únicos, posiblemente, en la historia financiera del mundo. Con la fuerza moral y material de Washington repetidas veces (Santo Domingo, Nicaragua, Haiti, Bolivia. o mediante comisiones y sobornos a los politicos criollos, solamente han servido esas cooperaciones financieras para hacer aún más precaria la situación de los países victimados.
Deudores de Europa, principamente de Francia e Inglaterra, varios gobiernos del Continente y de las Antillas, casi todos los bonos, depreciados a su minimum, habian caido en manos de hombres de negocios establecidos a inmediaciones de Wall Street. Adquirieron pues esas obligaciones los norteamericanos citados, pagando por ellas cualquier cosa. Pero una vez en su poder, encontraron la manera de conseguir que aquellas viejas deudas fueran reconocidas en su totalidad. El imperialismo, no cabe duda, tiene poderosos medios de convencimiento.
Con el anzuelo y con el cebo de una fuerte suma en efectivo, para salir de apremiantes dificultades fiscales y equilibrar presupuestos; por presión del Departamento de Estado de los Estados Unidos: o merced a comisiones tentadoras, como arriba queda dicho, el pingüe negocio se arreglaba con relativa facilidad. Se hacian nuevos contratos y nuevas emisiones de flamantes bonos en inglés, que garantizaran con largueza el principal, los intereses vencidos y el nuevo préstamo.
Los mismos, complacientes banqueros, tomaban toda la emisión con un descuento que oscilaba entre el y el 18 por ciento, colocándola después en el mercado de valores. de este modo, habiendo hecho una inversión insignificante para la cuantín de los créditos adquiridos, redondeaban estos genios de la banca substanciosas ganancias por ambos lados.
Pero eso no era todo. Había que asegurar bien los referidos créditos, de manera que los bonos viniesen a ser como billetes de banco con el ciento por ciento de respaldo en oro Entonces, gracias a la benévola intervención del Tio Samuel y a la insensatez o complicidad interesada de nuestros estadistas, los contratos daban y siguen dando autorización a los desconfiados banqueros para cobrar los derechos de aduana y demás rentas pignoradas, pagarse lo convenido por amortización e intereses y devolver el sobrante a los gobiernos.
Lo que quiere decir que estas operaciones son mucho más seguras y están mejor garantizadas que las que se hicieron, verbigracia, durante la guerra mundial, con naciones tan poderosas como Francia y la Gran Bretaña.
Si desde 1911 todo esto había caído en manos de Brown y Seligman preguntarán los lectores. cómo pudo Adolfo Diaz ofrecer otra vez las mismas seguridades materiales en 1927, por el famoso millón de dólares que solamente se podría gastar bajo el control del alto comisionado norteamericano? Porque la república, en parte al menos, había podido liberar el Banco y el Ferrocarril cuando los conservadores, al fallecer el Presidente Diego Manuel Chamorro, desaparecieron temporalmente del escenario politico.
Para no hacer aquí un análisis detallado de la serie de operaciones efectuadas, en distintas épocas, entre estos geniales hombres de negocios y el llamado Gobierno de Nicaragua, bastará con decir, sumariamente, que en 1913 ya el Ferrocarril era propiedad de Brown y Seligman, quienes adquirieron el 51 por ciento de las acciones por un millón de dólares, que no entregaron sino que conservaron en sus arcas para pagarse a sí mismos deudas anteriores. que también hacia la misma fecha el Banco había caído en su poder (51 de las acciones. mediante el pago nominal de 153 mil dólares. El resto de las acciones de ambas empresas, 49 por ciento, quedaba siempre en poder de los prestamistas respondiendo por saldos pendientes.
Ahora bien, cuando Nicaragua trató de recuperar lo que en realidad era suyo, tuvo que pagar por el 51 por ciento de las acciones del Ferrocarril que había vendido en un millón, las siguientes cantidades: 300. 000, 00 en efectivo; 450. 000. 00 en cédulas a redimir antes de cuatro años, con el por ciento de interés; y 14. 500. 00 de comisión. Total en dólares, 764. 500. 00. Pero, naturalmente, el Ferrocarril siempre quedaba hipotecado y controlado de todos modos por los banqueros, acreedores de 450. 000. 00, total de las cédulas o bonos emitidos.
Cuando llegó el momento de liberar el Banco Nacional (setiembre de 1924. pagó Nicaragua 300. 000, 00 por las acciones que habia vendido en 153. 000. 00, teniendo además que comprar a Brown y Seligman la Compañía Mercantil de Ultramar, sociedad que estaba en liquidación y por la cual los banqueros exigieron y recibieron otros 300. 000. 00.
Esto afirma y demuestra Carlos Quijano en su libro Nicaragua, añadiendo: Una vez liquidada la Compañía de Ultramar, el Gobierno sólo obtuvo por ella 100. 000. 00, de suerte que en realidad el 51 por ciento de las acciones le vino a costar 500. 000. 00, más del triple de lo que había recibido diez años antes.
Ejemplos tipicos de esta clase de empréstitos. los que a la sombra del Tratado Castrillo Knox, de Nicaragua, no obstante que lo rechazó el Senado de Washington, fueron negociados por dicha república con Brown Brothers and Company y and Seligman and Company, en 1911, 1912 y años posteriores.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.