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14 LIBERACION LIBERACION 15 ¡Que los intelectuales, la clase media y los trabajadores centroamericanos, que forman todos una sola clase proletaria, adquieran en est: hora trágica la conciencia de su deber. Que abandonen la actitud pasiva y egoísta, que dejen de ser el rebaño dócil y esquilmado, que se vuelvan contra sus falsos guías, sus asesinos y sus dominadores y les hagan sentir el heroísmo de un pueblo que despierta; en una palabra, que los centroamericanos aprendan a luchar para poder ser dignos del derecho de vivir!
Las estaciones inalámbricas, obsequiadas por México, van cayendo en poder de la Tropical Radio Corporation y otros constituyen en Centro América la actual burguesía poseedora, que explota la miseria del pueblo y la ignorancia del indígena.
Pero esta clase poseedora no es libre, ni soberana, ni siquiera dueña absoluta de privilegios, ni aun dominadora, como no lo fueron los criollos antes de la independencia. Hoy, después de más de cien años, vivimos otra vez en plena era colonial. El capitalismo, que en el último tercio del siglo diecinueve comenzó a adquirir determinante influencia en los destinos del mundo, ha llegado a convertirse en nuestros días en señor todopoderoso de la vida social. Sobre los pueblos débiles, pequeños, pobres o de riqueza incipiente, el sistema capitalista ejerce la dictadura en su forma más corrompida, más brutal: el imperialismo.
El imperialismo es un fenómeno esencialmente económico que en su actividad política puede recorrer todas las gamas de las opresiones: sistema de zonas de influencia. semi protectorados, protectorados o coloniaje puro y simple. En Centro América el imperialismo actúa de acuerdo con el primero de estos métodos, quizás el más injusto por hipócrita y el que más desgraciada hace la condición de los pueblos que lo sufren. Un estado colonial goza de los beneficios legislativos que los partidos de avanzada pueden lograr para las clases explotadas en los parlamentos de la metropoli; tiene el derecho de queja contra los malos funcionarios y cuenta con muchas otras armas para defenderse de la inhumanidad capitalista. Pero. qué recurso le queda a un pueblo que cuando intenta hacer llegar la protesta de su escarnecida miseria a las naciones patrocinadoras de quienes lo agarrotan, oye como única respuesta: eres libre, soberano, defiendete por ti mismo? al amparo de esa ficticia independencia consuma el capitalismo su feroz lahor: inversionismo (empréstitos, actividades bancarias, industriales, etc. expansionismo comercial con tendencia al monopolio de los mercados sometidos: leoninas concesiones agrícolas y mineras, son los tentáculos con que aprisiona a nuestros agobiados pueblos.
Así pues, al cabo de más de cien años de nuestra independencia, sólo hemos cambiado de amo, y en vez de lograr la libertad hemos caído a la condición más baja, más degradada de las sociedades humanas: somos colonias económicas del imperialismo norteamericano, sin prerrogativas, sin derechos, privados hasta de la facultad de hacer oír la voz de nuestro dolor.
Monopolios fruteros, de transportes, de industria eléctrica, sistemas bancarios, todo está en manos del capitalismo yanqui y bajo el ala de su poder se guarecen también las empresas capitalistas europeas y el raquítico capitalismo nacional.
El imperialismo en sus fines de absorción económica, sigue una política definida e inflexible: hacer de los mandatarios centroamericanos humildes servidores, mediante el cohecho, la amenaza o la imposición descarada; fortalecer las tiraníasgobiernos fuertes, como les llaman y perseguir y aplastar a las organizaciones que intentan abrir los ojos a los pueblos, para que éstos comprendan que más vale mil veces la muerte, luchando por la libertad y derecho de gozar el fruto del propio trabajo, que la humillación de vivir despotizados por sátrapas ignorantes y crueles y explotados por empresas cuya voracidad puede tan sólo parangonarse con su impudicia.
Cuando por esos medios, que podríamos llamar suavemente convincentes, no consigue el imperialismo su objeto, sabe recurrir a otros francamente coercitivos. entonces lo vemos patrocinar y financiar revoluciones, respaldar golpes de estado, sancionar cuartelazos, imponer presidentes, o por fin, echando a rodar la hipocresia, desembarcar marinos en nuestro suelo, para perseguir la rebeldia de un Sandino.
Por fortuna los hechos sociales no obedecen a la voluntad humana y ante el determinismo de la historia los despotismos locales o imperialistas, habrán muy pronto de retroceder para ceder el paso a formas sociales más acordes con la evolución económica del mundo. Pero si los pueblos que padecen la opresión no ponen nada de su parte para emanciparse, si no saben reaccionar ante la explotación y la ignominia, el proceso liberatorio será más largo y escabroso Centro América ha entregado a intereses norteamericanos sus más importantes medios de comunicación, tales como los servicios inalámbricos, los teléfonos y los ferrocarriles.
Nos encontramos, entonces, a merced de compañías concesionarias, a su vez respaldadas por la fuerza imperialista de la gran potencia anglosajona.
En lo que atañe a comunicaciones inalámbricas pudo haberse iniciado una era de acercamiento entre estos pueblos, aprovechando las estaciones que México obsequió a los cinco gobiernos hace diez años justamente. Pero fué en tal forma hostil a la instalación de dichas estaciones el régimen que imperaba en Washington en aquella fecha, que nuestros timoratos mandatarios sintiéronse con el ánimo suspenso ante el regalo inesperado de la nación mexicana.
La hostilidad al respecto de la Casa Blanca puede comprobarse con las declaraciones que a fines de 1926 hizo el Secretario de Estado, Kellogg, y con las que no tuvo escrúpulo en dar a la publicidad el Presidente Coolidge el de enero de 1927.
Rezan textualmente las citadas declaraciones. El régimen que impera en México ha desafiado y continúa desafiando a los Estados Unidos ocasión tras ocasión, llegando al extremo de obsequiar estaciones inalámbricas a las repúblicas de Centro América, con objeto sin duda de restarnos simpatias en esas naciones. Pero estamos dispuestos a conseguir que México no nos humille más con su proceder intolerable.
Nada tiene de extraordinario, por consiguiente, que Nicaragua no hubiese instalado la estación; que en Honduras cayera un Ministro de Fomento por haber escrito una carta al representante diplomático de la república azteca, en la que externaba su deseo de que llegara y se hiciera funcionar la mencionada difusora; y que el Presidente Ubico de Guatemala la haya traspasado, con instrucciones precisas del imperialismo que lo sostiene, a la Tropical Radio Corporation, la poderosa firma detrás de la cual se esconden las compañías bananeras y otras empresas imperialistas que explotan a las inermes repúblicas centroamericanas.
Problema es el esbozado que debe preocupar hondamente a los hombres de vanguardia, capaces de escudriñar el porvenir de estos pueblos. mayor ha de ser la preocupación, si se recuerda que los periódicos publicaron recientemente la noticia cablegráfica de que Honduras que por lo visto optó a la postre por instalar el obsequio de México. acaba de hacer también el traspaso de la infortunada estación a la ya referida Tropical Radio Corporation, bajo el gobierno entreguista del General Tiburcio Carías Andino.
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